

Una gaseosa, un café, un paquete de cigarrillos, una zapatilla de moda. Pequeños gastos que, acumulados día tras día, pueden tener un impacto profundo en la salud financiera de una familia. De hecho, la diferencia entre un gasto emocional y uno racional puede representar un día menos de calidad de vida futura... cada día.
Así lo advierte Carlos Curi, economista especializado en finanzas personales. “En muchas familias, esa brecha entre lo que se gasta por impulso y lo que realmente se necesita es tan significativa que, si se repite diariamente, termina erosionando cualquier posibilidad de ahorro o inversión”, advierte.
En un contexto donde los ingresos reales están estancados y los gastos fijos aumentan, es fundamental revisar los hábitos de consumo.
La recomendación es intentar mantener la mayor parte del gasto en forma variable, de modo que se puedan hacer ajustes cuando la situación lo requiera. “No se trata de vivir mal hoy, sino de no hipotecar el bienestar de mañana por placeres momentáneos”, puntualiza el especialista.
El mensaje es claro: cada decisión de consumo cuenta. Y en un país tan volátil como la Argentina, donde el ahorro cuesta y la inversión requiere planificación, cortar con los gastos emocionales puede ser el primer paso hacia un futuro con mayor estabilidad y menos ansiedad financiera.
Cabe reseñar que Curi es economista y doctor en Ciencia Política, experto en finanzas e inversiones con más de 40 años de trayectoria en la administración fiduciaria y la gestión de activos para planes de retiro, socio fundador en Pygmalion Financial Wellness.