

Por Víctor José Colombano (*)
Tras casi dos décadas de gestión macrista, Buenos Aires sigue siendo una ciudad rica sin desarrollo. Pese a tener el PBI per cápita más alto del país, la ciudad carece de una política productiva sólida. El comercio de cercanía y los emprendedores sobreviven sin apoyo real del Estado, en medio de una crisis que se agrava.
Mientras otras capitales del mundo apuestan a la planificación estratégica, la producción local y el comercio de cercanía, la Ciudad desmantela sus políticas productivas y acumula indicadores sociales y económicos alarmantes.
El vaciamiento del Ministerio de Desarrollo Económico, la caída del empleo formal y el aumento de locales vacíos revelan un modelo excluyente que concentra riqueza y expulsa iniciativas independientes.
La disolución del Ministerio de Desarrollo Económico no fue un hecho menor: simboliza el desinterés del Gobierno de Jorge Macri por pensar a la ciudad como motor productivo. Pero no es un problema nuevo: tras casi 20 años de gestión, la Ciudad arrastra una deuda estructural con su desarrollo económico. La política para emprendedores, pymes y comercio ha sido más de marketing que de planificación, y la falta de apoyo estatal es tan vieja como la gestión que lleva dos décadas en el poder.
Con un PBI per cápita que ronda los USD 80.000 (equivalente al de EE UU, y 189 % superior al promedio nacional), Buenos Aires aporta el 20 % del PBI del país. Con un presupuesto anual de 12 billones de pesos, no hay margen para justificar la naturalización del fracaso.
Un retroceso económico sostenido
• El Producto Bruto Geográfico porteño está estancado hace más de una década.
• Entre 2012 y 2023, el Valor Agregado Bruto cayó un 4,6 % respecto al PBI nacional, mientras 16 provincias crecieron.
• La pobreza supera el 25 %, con picos del 38 %. La indigencia alcanza el 6,5 %, y el 45 % vive en situación de precariedad.
• La población en situación de calle creció un 55 % en dos años, superando las 8.000 personas.
• Desde diciembre de 2023, Buenos Aires perdió casi 16.000 empleos registrados, especialmente en construcción, industria, transporte y trabajo doméstico.
• El desempleo formal alcanza a unas 125.000 personas.
• Solo 1 de cada 5 pymes sobrevive más de 5 años; la creación de empresas sigue descendiendo.
Según la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), durante el bimestre mayo–junio de 2025 se registraron 238 locales vacíos (en venta, alquiler o cerrados) en las principales arterias porteñas: un aumento del 40 % interanual y del 12,3 % respecto al bimestre anterior. En enero–febrero había 205 locales inactivos, un 5,1 % más que en el mismo período de 2024, con una suba del 31,4 % frente a noviembre–diciembre de 2024.
Un relevamiento del IDECBA sobre ocupación comercial en 53 ejes de la ciudad (más de 15.600 locales) confirmó que la tasa de ocupación cayó al 90,8 %, con Microcentro (29,6 %) y Sur (12,2 %) como las zonas más golpeadas. Las arterias más afectadas incluyen Avenida Córdoba, Rivadavia y la peatonal Florida, que arrastra vacancias superiores al 21 % desde antes de la pandemia.
Un informe del Observatorio de Industrias PyME (IPA) reportó que entre enero de 2024 y enero de 2025 cerraron más de 12.000 PyMEs en todo el país, producto de recesión, presión impositiva y apertura de importaciones. Aunque gran parte corresponde al conurbano, el impacto también golpea fuerte a la Ciudad, donde los emprendedores enfrentan volatilidad cambiaria, acceso restringido al crédito y escasa competitividad.
Pero el problema es estructural: tras 20 años de gobiernos en manos del PRO, los emprendedores porteños siguen huérfanos de una política integral de fomento. No hubo programas sostenidos de crédito, ni infraestructura de innovación, ni redes de incubación consolidadas. Hubo eventos, eslóganes y marketing, pero no desarrollo.
Mientras otras ciudades avanzan, Buenos Aires retrocede: Medellín construye su recuperación sobre urbanismo inclusivo y economía creative; Montevideo impulsa programas de revitalización de centros barriales; Barcelona combina innovación, turismo y vida comunitaria.
En cambio, Buenos Aires recurre a campañas publicitarias y desinversión real. Desde la urbanización subutilizada del Microcentro hasta la falta de planificación integral, el modelo actual expulsa el talento y ahoga a su sector productivo más dinámico.
En Buenos Aires hay signos de resiliencia: cooperativas, talleres barriales y emprendedores que resisten hasta donde pueden. No hay escasez de talento, infraestructura o recursos; lo que falta es decisión política para fomentar las pymes y el comercio de cercanía; impulsar ciencia aplicada y economía verde; generar empleo joven e industria cultural.
Sin un plan estratégico coherente, Buenos Aires solo repetirá su propio fracaso. La capital más rica del país merece algo más que marketing: merece un gobierno que la piense con futuro.
(*) Dirigente del NEP - Congresal Nacional y Metropolitano PJ