

El jueves 11 de septiembre estrena en Cine Arte Cacodelphia la nueva película de Lorena Muñoz: Suerte de pinos.
Bosque de pinos. Un pueblo español detenido en el tiempo. Un doble femicidio ocurrió allí.
En el pueblo de Salduero, al norte de España, se celebra desde hace años un rito ancestral: los hombres solteros buscan en el bosque el pino más alto y recto, lo talan, lo pelan y lo empalan en la plaza del pueblo.
Un rito violento, solo reservado para los hombres, que marca la llegada de la primavera y da inicio a una época de fertilidad.
Lorena Muñoz conoció por primera vez el pueblo familiar hace 20 años en un viaje junto a su madre. Antes había escuchado cientos de historias acerca del lugar. Pero esa narración fragmentada, dosificada y llena de misterio, cada tanto dejaba escapar detalles de una tragedia, que su familia evitaba contar.
Año 1954, Soria. Un pueblo pequeño, en medio de una de las reservas europeas más grandes de pinos silvestres y negrales. Una enorme casa de piedra, con un huerto que se extiende hasta el río. Una plaza central a la vista de todos. Un asesinato violento, un doble femicidio. Una casa y un huerto que ahora descansan abandonados. Un pueblo que esconde fantasmas y que no recuerda desde hace setenta años.
Lorena Muñoz vuelve al pueblo donde nacieron y vivieron sus antepasados para mantener vivas sus raíces, pero también con la necesidad de develar un misterio: el de por qué se mantuvo oculto durante tanto tiempo ese oscuro secreto familiar.
“Esta historia me acompaña desde que nací. Una historia que escuché fragmentada, llena de misterio. Un secreto muy bien guardado por mi familia, contado solo por las mujeres de generación en generación, en voz baja y con vergüenza. Desde que soy chica da vueltas en mi cabeza en un intento de reconstrucción de los hechos, y aunque quise olvidarla, permanece siempre presente”, revela la realizadora.
Acto seguido, detalla: “Hace algunos meses viajé al pueblo donde sucedió esta tragedia, y descubrí que se encontraba guardado en el Archivo Histórico de Soria, un documento que solo pueden ver los familiares de las víctimas: el expediente del caso del año 1954”.
“Como si se tratara de una crónica policial, en ese documento pude leer el testimonio de quienes conocían a mi bisabuela Antonia y a mi tía abuela Aurora, y fueron testigos de lo que sucedió con ellas. Ese descubrimiento hizo que la historia me reclamara ser narrada”, puntualiza.
Y sentencia: “A partir de ese momento me propuse trabajar para desatar un nudo que acompaña a mi familia desde hace 70 años. Necesito seguir dando forma y profundidad a una búsqueda que excede el doble femicidio de Salduero, y evitar que ellas desaparezcan para siempre”.