

Asentada como referente de la escena platense actual, con un lenguaje propio y una estética capaz de interpelar tanto a nuevas generaciones como a seguidores de estirpe rockera, Vanakara se prepara para una fecha muy especial en su ciudad.
Será este sábado 18, desde las 21 horas, en el significativo tablado de Pura Vida, Diagonal 78, 8 y 61.
“Mientras haya gente que disfrute las canciones, el rock puede estar andamiado de muchas maneras, con más o menos guitarras, pero siempre La Plata va a ser un semillero de bandas. Acá está la universidad pública, un epicentro importantísimo y esa ebullición no va a dejar de estar nunca”, reflexiona Juan Marano, vocalista y guitarrista, al aludir a la siempre candente movida cultural de la capital bonaerense.
De cara al concierto de este fin de semana, da cuenta de un momento de consolidación en Vanakara tras el cambio en formación con el ingreso de Matías Tártaro en batería: “Siempre cuando hay un movimiento en ese rol hay que darles tiempo a que se adapten el resto de los instrumentos; la batería es el corazón de la banda, como dice (el guitarrista y corista) Fede Pesci, una banda tiene como piso a la batería, cuando ese piso cambia hay muchas cosas a las que prestarle atención y así fue que paramos un poco, que macere la cuestión humana y musical y llegar a este presente”.
Allá por 2015, su disco debut La caída de todos los ídolos, dejó una fuerte impronta conceptual y les abrió las puertas de escenarios clave en La Plata, Capital Federal y Gran Buenos Aires, en tanto que la edición física del álbum se destacó por su carácter de colección: caja contenedora, tablero ilustrado para el CD y un booklet con letras y textos en prosa que enmarcan el concepto estético de la obra.
En 2018 publicaron el single “Houdini”, que amplió su presencia en plataformas digitales. Tras la pandemia y los antedichos cambios en la formación, en 2024 lanzaron su segundo álbum, Mercado Negro: una obra que combina la crudeza del rock con un imaginario urbano y contemporáneo. Este material marcó su regreso a los escenarios y consolidó su identidad en vivo.
La edición física de Mercado Negro también tuvo un carácter único: arte de tapa de colección, integración entre soporte analógico y digital mediante QR de acceso a plataformas, merchandising exclusivo y un librillo con las letras de las canciones.
Y en torno a esa decisión artística “artesanal”, Marano sostiene ante ANDigital que responde a “la historia en la que nos hemos criado y lo contracultural de tener un objeto en la mano en un momento en el que estamos buceando un post-humanismo en el que casi cualquier tipo de relación es digital”.
“Hay aplicaciones para cada cosa que uno quiera hacer, también hay un contrasentido en eso, una especie de respuesta... sirve un montón para llegar a la gente mediante un objeto de culto quizás, pero las modas van cambiando, es parte del juego. Y también el gusto y placer de hacer algo que quede inmortalizado”, sentencia.
Al calor de esta década de trayectoria, no duda en señalar que la lírica de Vanakara “responde a cómo fue el tiempo que nos tocó vivir”.
“Mucha incertidumbre, un tiempo vertiginoso, una década con impacto directo en la vida de la gente. Por momentos lo económico influye mucho en lo cotidiano de la banda con formaciones que se tuvieron que cambiar por cuestiones de la coyuntura. Laburar de la música no es nada fácil. Los integrantes de la banda tenemos que tener otras actividades, lo que influye a la hora de ensayar, buscar las fechas, tocar. Los lugares también sufrieron clausuras , hay falta de presupuesto para la cultura y también vivimos un gran paréntesis en la pandemia. Nos fuimos adaptando cómo pudimos y atendiendo mucho el panorama sociopolítico, no partidario, pero sí con foco en lo social”, remata el vocalista.
La cita entonces es este sábado en el templo del under platense, con Juan Marano (voz y guitarra acústica); Federico Pesci (guitarra eléctrica y coros), Pablo Mercado (bajo), Facundo da Silva Sequeira (teclado y coros) y Matías Tártaro (batería y programaciones). Y no menos importante aún en tiempos de vacas flaquísimas: la entrada es gratis.