China es el principal productor de acero del mundo con un volumen anual de más de 1.000 millones de toneladas métricas. Se estima una nueva caída de la producción regional durante 2025, que en el caso de Chile llegará al 41,4 %. La contracción afectará también a México (-20,9 %) y Argentina (-13 %). En paralelo, las importaciones crecerán hasta alcanzar casi el 40 % del total de acero utilizado en América Latina.
Los datos surgen de un informe presentado por la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero), la entidad que nuclea a las cámaras regionales del sector, presentado en el marco de la cumbre anual del acero realizada en Cartagena, Colombia.
Entre los reclamos más importantes del sector figura la necesidad de “nivelar la cancha” con medidas antidumping. En ese sentido, México y Brasil están aplicando 16 y 18 medidas antidumping contra China, respectivamente, mientras que nuestro país aplica solo tres, según se desprende del informe.

En este escenario, el Gobierno de Javier Milei consolida un acuerdo comercial con Estados Unidos que establece una cuota de exportación de acero sin aranceles.
El plan aspira a replicar el tratado que ambos países habían firmado en 2018 en el que se establecía un tope máximo de 180 mil toneladas anuales para ambos metales. Desde el sector explican que, aunque se trata de una medida positiva, el peligro de China sigue estando vigente.
Es que las magnitudes son desproporcionadas. Según el informe, la participación de las importaciones en el consumo de acero en América Latina será de 39,7 % este año. En el caso de aceros laminados, los productos chinas llegan a representar hasta el 45,4 % de las importaciones.
Esto significa que, aproximadamente, cuatro kilos de cada diez que se consumen en Latinoamérica no se producen en la región. El crecimiento de las exportaciones chinas parece imparable debido a una fuerte política de subsidios que inundan el mercado internacional a fuerza de precios por debajo de la media.
La política que lleva adelante el gobierno chino lo convirtió en un gran exportador de acero que enciende las alarmas por el impacto que está teniendo en el comercio internacional. El éxito de las exportaciones del país se basa en una competencia desleal que distorsiona el mercado y termina afectando el empleo y la producción de América Latina.
Según datos recientes de la OCDE, el nivel de subsidio que tiene actualmente el Estado chino para su industria del acero es diez veces mayor que el de cualquier otro país miembro de la organización.
China subsidia el acero tanto en la producción como en la exportación. El gobierno da subvenciones directas para la construcción de hornos y fábricas, subsidios al uso de la tierra y la infraestructura inicial y mantiene precios bajos para la compra de materias primas. Además, aplica exenciones impositivas para la contratación de personal, subsidia el uso de la energía y ofrece créditos blandos a través de bancos estatales.
En cuanto a las exportaciones, el acero chino goza de una logística subsidiada para el transporte internacional. Por otra parte, el gobierno obliga a los países aliados del Sudeste Asiático a comprar acero fabricado en China.
Esta cantidad de subvenciones desproporcionadas le da al país la capacidad de ingresar en cualquier mercado desplazando fácilmente a otros competidores. Mientras las exportaciones chinas no paran de crecer, las latinoamericanas alcanzarán su nivel más bajo en siete años con una reducción promedio del 11,5 por ciento.