El mundo de los juegos de azar es un mundo amplio y rico que va más allá de las mesas de fieltro verde que todos tenemos en mente. El póker, el blackjack o la ruleta son los reyes de la sala, pero la mente humana no tiene límites a la hora de crear nuevas maneras de apostar y divertirse.
Siempre han existido formas de juego que desafían la lógica y que, por alguna razón, han llegado a formar parte de la oferta de los operadores actuales.
La tecnología ha hecho posible estas curiosidades gracias a lo sencillo que es hoy en día acceder a plataformas de entretenimiento. Y algo que los jugadores aprecian tanto como el propio juego es la seguridad y la velocidad en las transacciones. Por lo tanto, dar con un PayPal casino se ha vuelto una prioridad para aquellos que desean probar estos catálogos exóticos con la tranquilidad de usar un método de pago en el que confían. Esta disponibilidad ha reavivado el interés por juegos que muchos pensaban perdidos u olvidados.
La guerra de cartas, el clásico infantil, llevado a las apuestas
Seguro que cualquiera que haya tenido una baraja de cartas en sus manos de pequeño ha jugado a la Guerra. Lo sorprendente es que este juego conocido por su extrema sencillez se ha profesionalizado y ahora se puede encontrar en los casinos de Las Vegas y online.
En su forma de casino, el juego es sencillo: el jugador hace una apuesta inicial y se le reparte una carta descubierta; el crupier recibe otra. El punto es simplemente tener la carta más alta. Si la carta del jugador es mayor, gana la apuesta.
Pero lo divertido es cuando empatan, ya que esto desata la guerra. El jugador debe elegir entre rendirse (pierde la mitad de su apuesta) o doblar su apuesta inicial e ir a la guerra. Si decide luchar, se queman tres cartas y se reparte una segunda carta decisiva a cada uno.
Es un juego de azar y acción instantánea para los que buscan emoción sin complicaciones estratégicas.
Dreidel, la tradición que pasó de juego a apuesta
El dreidel es un ejemplo de cómo una tradición cultural puede convertirse en un juego de azar.
Tradicionalmente relacionado con Hanukkah, este juego usa una perinola de cuatro lados, cada uno con una letra del alfabeto hebreo. Estas letras son Nun, Gimel, Hei y Shin, que crean un acrónimo de que allí ocurrió un milagro excepcional.
Aunque originalmente se jugaba con fichas de chocolate, monedas o botones en casa, su sistema de apuestas es robusto y ha sido adaptado por algunos casinos. Todos los jugadores ponen una ficha en el centro antes de girar la perinola. Según la letra que quede hacia arriba, al caer el dreidel, el jugador lleva a cabo una acción u otra. Puede perderlo todo, llevárselo todo o la mitad o tener que poner más fichas en el centro.
Pai Gow, la estrategia milenaria de Oriente
Y hablando de camino asiático, tenemos el Pai Gow, un juego de fichas, parecido al dominó, pero mucho más estratégico que la mayoría de los juegos de casino occidentales.
La partida se inicia con 32 fichas que se distribuyen entre los jugadores. Se trata de hacer dos manos, una alta y otra baja, que superen a las dos manos de la banca.
Lo que hace al Pai Gow tan intrigante es su ritmo y su filosofía, por el hecho de que suelen producirse empates, en los que el jugador gana una mano y pierde la otra y se le devuelve la apuesta.
Esto da lugar a partidas más largas y menos impredecibles, lo cual atrae a jugadores tácticos y pensativos en vez de resoluciones instantáneas.
La ruleta de roedores o gerbil
La ruleta es un icono de sofisticación mecánica, pero esta adaptación le añade un elemento biológico impredecible. En vez de una bola de marfil que gira sobre un cilindro de madera, el azar lo decide un pequeño animal (generalmente jerbos o ratones) que se encuentra en una caja circular o rueda.
La forma tiene varias celdas numeradas en el borde, entonces se suelta el animal en el centro y los jugadores esperan a ver en qué casilla se refugia. Una vez que el ratón se introduce por completo en una de las cajas numeradas, se declara el número ganador.
Aunque suene a atracción de feria rancia, sigue llamando la atención por lo peculiar de su generador de números aleatorios: un ser vivo decidiendo de forma espontánea.
El canto de los pájaros
Bélgica nos trae una de las formas más tradicionales y únicas que existen, donde los actores son pájaros cantores enjaulados individualmente.
Las normas son variables, pero generalmente se apuesta a qué pájaro cantará más tiempo o más fuerte en un tiempo dado. Es un juego paciente, de oído, no de casinos modernos, sino de naturaleza, y claro, al mismo tiempo, es una señal de que el hombre puede hacer un juego de casi cualquier cosa competitiva o aleatoria.