martes 02 de diciembre de 2025 - Edición Nº4273

Política | 2 dic 2025

Congreso

Escándalo por los despachos en el Senado y la disputa por la “ley del pasamanos”

Una senadora de Unión por la Patria denunció agresiones tras encontrar su oficina fajada y con la cerradura cambiada. La tradición de entregar las llaves volvió a generar tensiones y puso a Victoria Villarruel en el centro de la escena.


Un nuevo conflicto estalló en el Senado en medio del recambio legislativo, un momento que siempre trae competencia por los despachos más codiciados. Esta vez, la polémica tuvo como protagonista a Cándida López, senadora reelecta por Unión por la Patria, que terminó forcejeando con personal de Seguridad tras intentar ingresar a una oficina que, según afirma, le correspondía por acuerdos internos de su bloque.

El episodio ocurrió este lunes, cuando López se presentó en el Congreso con su pareja, el presidente del Concejo Deliberante de Ushuaia, Juan Carlos Pino y un cerrajero que no pertenecía al personal de la Cámara. Al llegar, se encontró con la puerta fajada y con una cerradura digital recién instalada en el despacho que utilizaba el senador saliente Sergio Leavy, cuyo mandato finaliza el 10 de diciembre. La situación derivó en empujones, gritos y, finalmente, en una denuncia penal.

La tensión expuso nuevamente la famosa “ley del pasamanos”, una tradición no escrita que establece que los legisladores que dejan su banca entregan la llave del despacho a quienes ingresan, casi siempre a alguien de la misma provincia. Esta práctica es defendida por UP, que asegura que así funciona hace décadas. Pero desde la Presidencia del Senado, a cargo de Victoria Villarruel, remarcan que las oficinas pertenecen a la Cámara y que deben devolverse formalmente para ser reasignadas.

La disputa se profundizó cuando desde el entorno de López señalaron que la vicepresidenta “se la agarró” con la senadora fueguina y que fue la única a la que le fajaron el despacho, pese a que otros legisladores ya habían hecho enroques similares. En un comunicado, el equipo de López aseguró que su mudanza había sido informada con anticipación y que venían trabajando en ese despacho desde el 12 de diciembre, incluso con una placa con su nombre colocada en la puerta.

Desde el sector de Villarruel, en cambio, indican que el decreto que ordenaba devolver las llaves no fue respetado, y que el cambio de la placa habría sido lo que encendió las alarmas sobre una posible ocupación irregular. También trascendió que la vicepresidenta habría estado especialmente molesta porque López juró con una veintena de invitados y lo hizo “por los 30.000 desaparecidos”, una postura que choca de frente con su propio posicionamiento político.

El conflicto escaló cuando la senadora presentó una denuncia penal por lesiones, amenazas y agresiones de índole sexual contra el personal de Seguridad. López aseguró haber recibido golpes, empujones y “manoseos en la zona de los glúteos, zona pélvica delantera y entrepiernas”, lo que dejó el tema al borde de un escándalo institucional.

Mientras tanto, en Diputados,  evitar escenas similares colocando cerraduras digitales en oficinas vaciadas y ordenando la devolución obligatoria de las llaves. En el Senado, sin embargo, el intento de ordenar la transición quedó opacado por un nuevo capítulo en la eterna pelea por los despachos. El clima sigue tenso y, como cada recambio parlamentario, queda claro que las internas no se limitan a las votaciones: también se juegan en los pasillos.

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