jueves 04 de diciembre de 2025 - Edición Nº4275

Economía | 4 dic 2025

Observatorio Social

Pese a la “alta desigualdad” persistente, la pobreza bajó a 36,3 %

Son los datos de la UCA correspondientes al tercer trimestre del año, representando una caída de 9 puntos respecto a igual lapso de 2024. La indigencia se redujo a 6,8 por ciento.


La tasa de pobreza en la Argentina se ubicó en 36,3 % al cierre del tercer trimestre, mientras que la indigencia afecta al 6,8 % de la población, según el último informe del Observatorio de la Deuda Social que elabora la Universidad Católica Argentina (UCA).

De esta forma, la pobreza cayó 9,3 puntos con relación al mismo período del año pasado y 8,4 puntos frente al tercer trimestre de 2023, antes de la asunción de Javier Milei, de acuerdo a la metodología de la UCA.

Los datos referidos a la pobreza provienen del análisis de las privaciones monetarias (pobreza e indigencia por ingresos) y de indicadores complementarios como el estrés económico y la inseguridad alimentaria.

Estos datos se basan en estimaciones de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) del ODSA de la UCA y datos empalmados/reconstruidos de la EPH-INDEC, abarcando generalmente el período 2010-2025.

Vale mencionar que se define a los hogares como pobres si sus ingresos se encuentran por debajo del umbral del ingreso monetario necesario para adquirir una canasta de bienes y servicios (Canasta Básica Total o CBT).

Y se considera indigentes a los hogares cuyos ingresos no les permiten adquirir el valor de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que cubre un umbral mínimo de necesidades alimenticias.

En los últimos 20 años, la pobreza por ingresos ha mantenido un piso estructural de alrededor del 25 % de la población, y la indigencia, alrededor del 5 por ciento.

Otro apartado marca que, en 2025, el 18.7 % de los hogares se encuentra en situación de inseguridad alimentaria total, y el 7.8 % bajo inseguridad alimentaria severa.

Finalmente, la UCA marcó que aunque los datos más recientes de 2025 muestran una reducción de las tasas de pobreza e indigencia por ingresos respecto a los picos de la crisis de 2024, alcanzando niveles similares a 2022/2023, la pobreza crónica estructural persiste, especialmente en los estratos socioeconómicos más bajos.

“Estas mejoras relativas se deben, en parte, a la estabilización inflacionaria y al refuerzo de transferencias sociales, pero no implican un cambio estructural en las condiciones de vida ni en la alta desigualdad”, concluyó la entidad.

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