viernes 05 de diciembre de 2025 - Edición Nº4276

Espectáculos | 5 dic 2025

De copas

“Arístides”: leer cada terroir como si fuera un mapa

Se trata de una bodega que desafía el modelo tradicional apostando por la colaboración, la curaduría y la bebida nacional como lenguaje creativo.


En una industria donde la tierra y la infraestructura definen el juego, Bodega Arístides propone otra lógica: hacer vino desde el conocimiento, la red de colaboradores y una visión compartida entre generaciones.

Al frente del proyecto están Federico Sottano, con décadas de experiencia en la industria y el legado vitivinícola en su ADN, y Delfina Sottano, quien aporta una mirada renovada, curiosa y conectada con las nuevas formas de entender el vino y el consumo.

“Es muy lindo y enriquecedor trabajar en familia. Somos dos generaciones con miradas distintas, justamente ahí está lo valioso: en cómo esas perspectivas se complementan y nos permiten crecer”, comentó Delfina 

Arístides nació del deseo de continuar una herencia vitivinícola tal como lo hacían sus antepasados, Sottano Hermanos, en 1905. Federico Sottano, junto a su primo Hugo Baro, fundaron la bodega en 2001 con la idea de crear vinos diferentes a los del mercado en esa época, los vinos que disfrutaban en familia. 

En sus comienzos basaron la producción en bodega propia y con las fincas familiares “La curva de la madrugada”, hogar de la infancia de Federico en Junín, y “Los árboles” en Rivadavia. Con el tiempo fueron descubriendo que la diversidad de terroirs enriquecía la propuesta y empezaron a trabajar con diferentes viñedos de toda Mendoza. 

En 2018, cuando Federico queda a cargo del proyecto tras el fallecimiento de Hugo, se vende el establecimiento productor y redefine junto a su hija Delfina tanto la estructura como el estilo de sus vinos.

Hoy, Federico y Delfina son los últimos Sottano que hacen vinos familiares, manteniendo viva la tradición de recorrer zonas y viñedos, conocer a quienes plantan la vid y elegir cada añada en base al respeto por la tierra y la búsqueda personal detrás de cada vino.

Un modelo que dialoga con tendencias globales

El enfoque de Arístides refleja una corriente en ascenso a nivel mundial: bodegas virtuales o viticultores modernos que priorizan la visión creativa y las colaboraciones estratégicas por sobre los activos físicos. En este esquema, Federico aporta el mapa del camino recorrido -el conocimiento profundo de la industria, las relaciones, el entendimiento del mercado- mientras Delfina trae la brújula hacia territorios inexplorados: tendencias de consumo, diseño y comunicación.

Para nosotros hacer vino es caminar las fincas, tomar mate con los productores y aprender a leer cada terroir como si fuera un mapa. Buscamos el carácter que cada lugar tiene para ofrecer y hacemos nuestros vinos a partir de esa verdad. La bodega no está en una finca, está en las conversaciones, en entender qué tiene para decir cada viñedo”, comentó Federico. 

Un modelo de negocio vitivinícola que, lejos de ser innovador, retoma una tradición mendocina. En lugar de invertir en tierra o instalaciones, Arístides invierte en personas: productores que conocen cada rincón de sus viñedos y encuentran expresiones singulares, una visión personal que combina calidad, legado e innovación, y un equipo que funciona como curadores de experiencias. El resultado son vinos que expresan territorios diversos, elaborados con la libertad creativa que permite no estar atado a un único lugar o estilo.

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