Como la salida de turistas de Retiro; el plato de rabas en el puerto marplatense y los quemados por pirotecnia del Santa Lucía, los móviles televisivos tienen otra fija de comienzo de verano: la fila de clientes ávidos por tener el considerado mejor pan dulce de la Ciudad de Buenos Aires.
En un acotado margen de 9 a 11 y de 17 a 19 horas, en Plaza Mayor se despacha su producto estrella. Este margen no es arbitrario, si no que obecede a no alterar el andamiaje del restaurante, tradicional parada de cocina española de Venezuela y San José.
“Ahora estamos con media cuadra de cola. Acostumbrados por suerte, es un promedio parejo de cada diciembre”, dice Federico Yahnes, gerente y uno de los dueños de la “Meca” del pan dulce.
En la no tan calma pausa del mediodía mientras atiende a ANDigital, el empresario destaca el crecimiento gradual logrado, en tiempos en los que el marketing o los influencers no determinaban la suerte de un reducto gastronómico.

“Son 40 años de tradición. Empezamos y fue gradualmente; con el boca en boca, luego comenzaron las colas por las ganas de querer probar el pan dulce, se fue despertando curiosidad, se acercaron los medios por eso y luego ya explota”, reseña.
“Es así desde mediados de los 80, eso es lo que la abuela Tita le dijo a mi papá, le dio la receta con la promesa de no cambiarla”, acota y desliza quedamos “a los panaderos les entregamos bolsones con la mercadería que tienen que usar y listo”.
Sin ahondar en los vericuetos de esa receta con raigambre italiana, describe que el pan dulce lleva “almendras, nueces, cajú, fruta escurrida, pasas de uva y, por supuesto, la manteca, que le da el desarrollo característico a la masa”.
La única presentación es de un kilo, a un valor de $ 36.000, un precio muy competitivo teniendo en cuenta la reputación y calidad de este pan dulce, máxime en la comparación con otros promocionados como “premiums” por cadenas de pizzerías o negocios de grandes superficies que poco tienen que ver con lo artesanal.
Vale destacar que pese a que el pico de demanda se da en esta época, Plaza Mayor lo vende todo el año, siempre en su local y con la receta de antaño, demandando cuatro horas de elaboración.