Con la llegada de las fiestas de fin de año, el uso de pirotecnia vuelve a instalarse como un tema sensible, especialmente por las consecuencias que genera en los animales. Cada diciembre, veterinarios, organizaciones proteccionistas y vecinos advierten sobre el sufrimiento que perros, gatos y otras especies atraviesan frente a los ruidos intensos y las explosiones inesperadas.
Los fuegos artificiales provocan en los animales un fuerte estrés auditivo debido a que su capacidad de escucha es muy superior a la humana. Los estallidos pueden generar desde temblores, taquicardia y desorientación hasta episodios más graves como convulsiones, ataques de pánico, intentos de fuga y accidentes fatales. En muchos casos, los animales se lastiman al intentar escapar o se pierden durante la noche.
Desde el ámbito veterinario explican que no se trata solo de miedo. El ruido de la pirotecnia puede causar daños físicos reales, como problemas cardíacos, gastrointestinales y auditivos. También afecta a animales silvestres y aves, que se desorientan, abandonan nidos o sufren caídas al intentar huir del sonido.
En los últimos años, distintos municipios avanzaron con ordenanzas que promueven la pirotecnia cero o el uso exclusivo de fuegos artificiales sonoros bajos o luminosos. Sin embargo, su cumplimiento sigue siendo irregular y muchas familias continúan utilizando artefactos de alto impacto sonoro durante Navidad y Año Nuevo.
Proteccionistas y especialistas recomiendan tomar medidas preventivas para reducir el impacto en los animales. Entre ellas, preparar un espacio seguro dentro del hogar, cerrar puertas y ventanas, dejar música suave encendida para amortiguar el ruido y no dejarlos solos durante los momentos de mayor estruendo. En casos puntuales, también sugieren consultar con un veterinario sobre opciones terapéuticas.
De cara a las fiestas 2025, las campañas de concientización vuelven a insistir en un mensaje claro: celebrar no debería implicar sufrimiento para otros. Optar por luces, juegos visuales o festejos sin estruendo aparece como una alternativa posible para disfrutar las fiestas cuidando a quienes no pueden defenderse del ruido.