

CAPITAL FEDERAL, Mayo 31 (ANDigital) Rolando Hanglin nació en 1946 en Ramos Mejía. Cursó los estudios secundarios en el Colegio Nacional Buenos Aires. Más tarde estudió antropología asiática en la Universidad del Salvador. Vivió cuatro años en España, donde tradujo la obra de Alan Watts y Robert Theobald. Boxeador y futbolista amateur, fue periodista deportivo y director de la revista Goles. Trabajó como redactor de Siete Días, Gente, Panorama, Todo y Extra; dirigió Satiricón y fue jefe de redacción de Para Ti.
En 1980 empezó a trabajar en radio. Durante 23 años tuvo un espacio diario en Radio Continental. En 2007 pasó a Radio 10, donde conduce un programa periodístico que lidera ampliamente su segmento horario. Desde 1999, cuando Emecé publicó su libro El hippie viejo, sus títulos fueron un gran éxito de ventas.
Tiene tres hijos y dos nietos, que viven en España. Es un conocido referente del movimiento nudista y, en su momento, sannyasin de Osho. Actualmente vive en pareja.
Recientemente, Emecé Editores publicó Un hombre de derecha, esperado sucesor de El tiempo de la mala mujer.
La estructura del libro está mayormente conformada por sus columnas de los martes en La Nación. Sobre estas apreciaciones semanales: ¿Cómo es su método de escritura? El disparador suele ser un hecho puntual cotidiano… ¿Es 100% autorreferencial? (contando como tales experiencias de amigos, familiares, etc.)
El disparador, por lo general, es un tema que está en la charla cotidiana o en las noticias de los diarios. Desde la popularidad de Ricardo Fort hasta las reivindicaciones de los Mapuches o el casamiento gay. Yo le doy forma (mentalmente) a una pincelada sobre estos temas, si tengo algo distinto que decir.
A veces necesito documentarme en mi biblioteca. A veces me alcanza con algunas situaciones cómicas o melancólicas desde la ficción, en forma de cuentito. Siendo una columna de opinión o reflexión (o apunte) personal, es totalmente autorreferencial.
Usted se inició en la gráfica, hace años es una marca registrada en radio, tiene su espacio semanal televisivo y encabeza un espectáculo teatral ¿tiene alguna preferencia?
Prefiero la radio, donde me siento en mi casa. Pero me encanta escribir (aunque nunca me satisface el resultado) y me emociona hacer teatro. Esto incluye viajar, alojarse en un hotel, conocer gente, preparar un escenario, repasar la música y la letra, recibir el aplauso, comer afuera sobre las 2 de la mañana como los artistas. Es una linda vida.
¿Cómo hacer para no caer en la vorágine de la “agenda” en un horario de fuerte competencia en la tarde de la radio?
Yo trato diariamente de buscar otros temas. Creo que la radio y la tele se repiten, copiándose entre sí y levantando material de diarios y revistas. Al final, todo es la misma película con los mismos personajes, que se repiten aquí y Allá diciendo las mismas cosas.
Por otra parte, de 15 a 18 se produce lo que yo llamo “el valle de la tarde”. Las noticias de la mañana están agotadas y las de la noche todavía no llegaron. Hay espacio para la ficción, para el humor, para los temas “existenciales”, para la aventura humana, lo mágico, lo inexplicable, los viajes, los animales, la nostalgia. Lo importante es no aburrir y no copiar. Generar tu propia agenda.
Hoy como oyente, uno nota un equipo sólido y que tira paredes de memoria en el ciclo de Radio 10: Kanevsky, Freire, Fátima. ¿Usted en qué momento radial se encuentra? ¿Tiene en mente variantes en el futuro cercano?
Estoy en un buen momento, primero en el share de mi franja horaria por amplio margen durante los últimos 3 años. La gente de Radio 10 apostó a mi persona y creo que no los defraudé. En cuanto a planes, hace tiempo que quiero hacer una revista porteña en teatro pero con una tesitura más refinada e intelectual, a partir de un presupuesto sencillito. Algún día se hará.
¿Quiénes fueron sus maestros en la radio? Más por haberlos escuchado que por haber trabajado eventualmente con ellos…
Antonio Carrizo, Juan Carlos Mareco, Alejandro Dolina y Mario Mactas.
En la era de las redes sociales, el chat, los teléfonos celulares. Teniendo en cuenta esta manera “ultracomunicada” de estar incomunicados, le pido alguna reflexión de esta juventud, ni la idealista de los 60, ni la hippie, ni los que querían hacer la revolución. Esta, la del siglo XXI y la adolescencia eterna…
La juventud actual me parece aburrida. No entiendo la necesidad acuciante de bailar o hacer pogo, como si fuera cuestión de vida o muerte. Millones de millones de seres humanos han vivido sin bailar nunca un solo paso ni escuchar ningún “tema”.
Tampoco creo que tengan tanto derecho a “divertirse”. La vida no es un circo, no se venden entradas. Veo una fabulosa capacidad para estar cómodo, para no estudiar ni trabajar, para recibir, recibir, recibir, y cuando llega la hora de dar… “no está bueno”. O sea: es una generación aburrida y egoísta, que no parece estar hecha de carne y hueso sino de plástico.
¿Nos podemos ilusiones con un Gato y Zorro versión 2010?
Es un sueño que tenemos Mario (Mactas) y yo, pero todavía no se dio.
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Polémico, incorrecto: “Un hombre de derecha”
“El señor González cree en los triunfadores, en los jueces incorruptibles, en la Ley y el Orden, en el campo argentino y su capacidad inagotable, en el mérito de un trabajo bien hecho. Opina que los hombres pueden nacer en la miseria para después alcanzar la fortuna y el éxito, a base de trabajo y ahorro. Y usted, amigo lector, ¿es como el señor González, un hombre de derecha?”
Fiel a sí mismo, Rolando Hanglin ha escrito un libro osado que no le teme a la polémica. Estos apuntes tratan distintos temas con un tono divertido, a veces sentimental, a veces pesimista. Siempre van a contramano de la ortodoxia política y cultural. La cuestionan, la revisan, la critican.
Si un pensamiento no concuerda con la ideología imperante, suele decirse que es incorrecto. Pero a veces es difícil diferenciar el pensamiento correcto del pensamiento único que, de un lado o del otro del espectro ideológico, se extiende como una forma de descalificar al que opina diferente. Y Hanglin opina diferente.
La política argentina, el matrimonio, los modelos económicos, las diferencias entre los géneros, la delincuencia y la inseguridad, las drogas, la educación, los hijos, el nudismo, la pobreza, el cambio climático... Coyunturales o ancestrales, corrosivos o conmovedores, los asuntos más variados encuentran en él a un intérprete provocador, que no repite lugares comunes proclamados por otros.
Un hombre de derecha ostenta la libertad conceptual de quien pone en tela de juicio supuestas verdades de nuestro tiempo, no por afán nihilista sino, simplemente, para volverlas a pensar. (ANDigital)