

Tras el secuestro del escritor Haroldo Conti, en mayo de 1976, el presidente de facto invita a una particular comida en la Casa de Gobierno a determinadas personalidades de la cultura nacional. En la Casa Rosada se dieron cita: Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Horacio Ratti, el padre Castellani; y el general de la Presidencia, José Villarreal. La película “El almuerzo”, de Javier Torre, narra este evento histórico.
CAPITAL FEDERAL (ANDigital) El 5 de mayo de 1976 se produce el secuestro del escritor Haroldo Conti por parte de la dictadura cívico-militar, que ese mismo año había tomado el gobierno en Argentina.
Dos semanas después, el reciente presidente de facto Jorge Rafael Videla, invita a un particular “almuerzo” en la Casa de Gobierno, a determinadas personalidades de la cultura nacional: Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Horacio Ratti, el padre Leonardo Castellani y el general de la Presidencia, José Villarreal.
El film El almuerzo, de Javier Torre, narra el evento histórico compartido por estos personajes en uno de los momentos más nefastos de nuestra historia.
La película (a estrenarse el 29 de octubre) está protagonizada por Pompeyo Audivert; Alejandro Awada; Arturo Bonín; Roberto Carnaghi; Jean Pierre Noher; Lorenzo Quinteros y Mausi Martínez, con la participación especial de Jorge Gerschman y Susana Lanteri.
Sábato y la dictadura (Caparrós y Anguita, ‘La Voluntad’, Tomo III, página 72)
El fallecimiento de Ernesto Sábato desató la discusión sobre su rol durante la dictadura militar que hundió en las sombras a la Argentina entre 1976 y 1983. Su transcurso entre el apoyo inicial, sus explicaciones posteriores y la CONADEP.
“Le agradecí personalmente el golpe del 24 de marzo, que salvó al país de la ignominia, y le manifesté mi simpatía por haber enfrentado las responsabilidades del gobierno. Yo nunca he sabido gobernar mi vida, menos podría gobernar un país”, dijo Jorge Luis Borges, y los periodistas de Casa de Gobierno se sonrieron: ya tenían un título para sus notas.
El miércoles 19, Borges, Ernesto Sábato, Horacio Esteban Ratti (presidente de la Sociedad Argentina de Escritores) y Leonardo Castellani (un sacerdote que escribía) almorzaron durante más de dos horas con el general Jorge Videla y con otro general, José Villarreal, secretario general de la Presidencia.
Primero los contertulios bebieron whisky, jerez y jugo de frutas. Videla inició la conversación preguntándole a Borges sobre su viaje a los Estados Unidos y los resultados de su operación de ojos.
Borges le contestó que estaba muy cansado por ese recorrido de cuatro meses y, sobre todo, por la comida americana. En cuanto a su vista, intentó una demostración: señaló dónde estaba el perchero, dónde una silla, dónde un cuadro. Y enseguida le dio un vahído, estuvo a punto de caerse y lo atajaron Videla y Ratti.
Cuando se recuperó, todos pasaron al comedor privado. “El desarrollo de la cultura es fundamental para el desarrollo de una Nación”, dijo Videla varias veces, y los demás asentían.
A la derecha del presidente estaba el padre Castellani. A la izquierda, Ernesto Sábato. Enfrente Borges. Y a sus lados Ratti y el general Villarreal.
Un mozo les servía un menú que la prensa calificó como “sobrio”: budín de verduras con salsa blanca, ravioles y ensalada de frutas con crema o dulce de leche, con vino tinto Bianchi 1887 y San Felipe blanco.
Videla, dijeron después los escritores, se dedicó a escuchar y les repitió varias veces que para él era un honor compartir esa mesa con tan importantes personajes.
“Es imposible sintetizar una conversación de dos horas en pocas palabras, pero puedo decir que con el presidente de la Nación hablamos de la cultura en general, de temas espirituales, culturales, históricos y vinculados con los medios masivos de comunicación. Hubo un altísimo grado de comprensión y de respeto mutuo, y en ningún momento la conversación descendió a la polémica literaria e ideológica y tampoco caímos en el pecado de caer en banalidades; cada uno de nosotros vertió sin vacilaciones su concepción personal de los temas abordados”, dijo, a la salida Ernesto Sábato.
Y siguió: “Fue una larga travesía por la problemática cultural del país. Se habló de la transformación de la Argentina, partiendo de una necesaria renovación de su cultura”.
Después le preguntaron su opinión sobre Videla: “El general Videla me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresiono la amplitud de criterio y la cultura del presidente”. Los periodistas volvieron a sonreír: ya tenían un cierre.
Ya en 1978, Sábato explicaría su posición en un artículo de la revista alemana Geo: “La inmensa mayoría de los argentinos rogaba casi por favor que las Fuerzas Armadas tomaran el poder. Todos nosotros deseábamos que se terminara ese vergonzoso gobierno de mafiosos”.
“Desgraciadamente ocurrió que el desorden general, el crimen y el desastre económico eran tan grandes que los nuevos mandatarios no alcanzaban ya a superarlos con los medios de un estado de derecho. Porque entre tanto, los crímenes de la extrema izquierda eran respondidos con salvajes atentados de represalia de la extrema derecha. Los extremistas de izquierda habían llevado a cabo los más infames secuestros y los crímenes monstruosos más repugnantes”, agregó y concluyó: “sin duda alguna, en los últimos meses, muchas cosas han mejorado en nuestro país: las bandas terroristas han sido puestas en gran parte bajo control”.
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