viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº3688

Panorama Bonaerense | 2 nov 2020

Bitácoras bonaerenses

El Presupuesto 2021, la vacuna y el sendero de Kicillof para el cierre del año

Se viene los dos últimos meses del convulsionado 2020, y en la Legislatura todos esperan las señales de lo que será el tratamiento de la “Ley de leyes”. La experiencia sobre el debate de la Ley Impositiva para este año y un escenario que sigue mostrando el mismo diagrama de correlación de fuerzas.


Pasaron más de dos meses de lo que –por ahora– fue el pico de casos de COVID-19 en la provincia de Buenos Aires. Allá por el 28 de agosto el registro fue de 7.486 casos en un solo día en el territorio. Septiembre presentó una baja de casos, aunque sobre un “altiplano”, como lo describió el propio gobernador Axel Kicillof. Octubre trajo más respiro al distrito, esa meseta cayó un poco más y en las últimas semanas los casos diarios tienen un promedio menor a los que se registró el en noveno mes del año. Desde la Gobernación observan con alivio esta situación, que permite –entre otras cosas– darle formalidad a las aperturas de diversas actividades, que de hecho se rehabilitaron de manera informal (sobre todo en el Conurbano y La Plata) al calor de la crisis económica. También permitió, después de un ascenso de casos importante en el interior, pensar en la temporada de verano 2021 y hasta diagramar protocolos para que los teatros puedan volver a tener funciones. El manejo de la pandemia.

Sin embargo, desde Calle 6 miran con atención lo que sucede en Europa con la segunda ola de contagios. Es por eso que más allá de la responsabilidad social y de las campañas de concientización que se deberán acrecentar, gran parte de la apuesta de Axel y sus ministros (en consonancia con Nación) está en las distintas vacunas que puedan estar activas antes de fin de año, para comenzar a combatir al coronavirus en otro escenario y con armas más efectivas. De hecho, por estas horas se conoció el megaplan que el Gobierno bonaerense está diagramando para la campaña de vacunación, que podría comenzar a finales de diciembre. La tensa calma.

Sobre este escenario, en el que la “nueva normalidad” presenta mayor circulación de personas y más actividades permitidas, el escenario político muestra el desafío más importante de gestión y negociación con la oposición en la Legislatura: el tratamiento del proyecto de Presupuesto y la Ley Impositiva 2021. Como una mala costumbre (dependencia), la provincia de Buenos Aires siempre espera la aprobación del Presupuesto Nacional, cuyas bases terminan de delinear la letra final del propio. Esta oportunidad no será la excepción. Si bien hay algunos borradores que se diseñaron para la “Ley de leyes” bonaerense, que fueron corregidos y minuciosamente observados por Kicillof, el proyecto verá la luz cuando esté la certeza del texto final que se apruebe en el Senado nacional. En los pasillos de la Legislatura bonaerense son varios los despachos que repiten que del Presupuesto 2021 “ni señales”. Con los ojos puestos en el tablero nacional.

Pero, más allá de esos detalles, a Kicillof le espera un escenario complejo a la hora de negociar Presupuesto y Ley Impositiva. El primero flanco será el siempre tedioso tire y afloje con los intendentes peronistas del Conurbano, quienes coinciden en algunos puntos con sus pares de Juntos por el Cambio, sobre todo a la hora del reparto de recursos y qué parte le toca manejar a ellos. Cabe recordar que no existe un Presupuesto 2020, Kicillof –al igual que Alberto Fernández en la Nación– decidió prorrogar antes de la pandemia el Presupuesto 2019 que le dejó María Eugenia Vidal, bajo el argumento de la renegociación de la abultada deuda que también heredó de la exgobernadora. Axel sí diseñó la Ley Impositiva 2020, pero le generó el primer dolor de cabeza de su gestión con un empate con sabor a derrota. Con los intendentes peronistas y sus alfiles en la Legislatura, y con el massismo, hubo chispazos subterráneos, sobre todo en el hermetismo y “escaso diálogo” a la hora de debatir el proyecto de ley. El problema fue con la oposición de Juntos por el Cambio que, en medio de su convulsionada interna posderrota, contó con más de un vocero y negociador que provocó la caída de dos tratamientos del texto, allá por fines del 2019. El sabor amargo de la aprobación final en el Senado estuvo signado por las modificaciones que JxC le hizo al proyecto de la mano de sus 26 senadores –contra los 20 del oficialismo–, que son mayoría y tienen quórum propio. El antecedente como experiencia.

Pasaron los meses y la pandemia obviamente modificó cualquier escenario normal. En la actualidad la postal de la Legislatura es casi similar a la que fue en enero, cuando se pudo aprobar la Ley Impositiva. El bloque de Juntos por el Cambio no estalló en mil pedazos, más allá del surgimiento de Cambio Federal, apadrinado por Emilio Monzó y Gustavo Posse, que puede negociar apoyar al oficialismo a cambio de algún gesto. En la Cámara Baja, el Frente de Todos tiene 45 bancas. Son votos asegurados, más allá de extraños faltazos –en votaciones clave– de algún legislador que responde a los alcaldes del Conurbano. Juntos por el Cambio tiene 38 diputados para hacer fuerza, pero que no son suficientes para imponer ciertas condiciones. Pero el oficialismo tiene aliados, como el bloque “17 de Noviembre”, que integran Fabio Britos y Mario Giacobbe, y el monobloque Partido Fe, de Natalia Sánchez Jáuregui, quien la semana pasada tuvo su foto con Kicillof en el despacho de Gobernación, postal que aseguró el perfilamiento político de la Legislatura. El mapa de la Cámara Baja cierra con el monobloque del Frente de Izquierda –integrado por Claudio Dellacarbonara–, quien mantiene su lógica de votar en contra. El escenario menos complejo.

En el Senado el tablero es distinto, la oposición sigue teniendo los mismos músculos y hasta ahora la vicegobernadora, Verónica Magario, ni siquiera pudo astillar la unidad de esa bancada, que también tiene sus recelos e internas, sobre todo en la figura de su conductor, Roberto Costa. “Faltó peronismo”, afirmó un legislador con varias roscas legislativas en el hombro. La unidad y fortaleza de esa bancada es el mayor desafío que tienen Kicillof y sus brazos legislativos para poder soñar con una “Ley de leyes” acorde a sus diseños y necesidades. Sea confeso o no, toda la clase política sabe que el año que viene es de elecciones y las negociaciones tienen otro componente. Poco a poco, la oposición va adelantando que la cosa no será fácil. No sólo porque el período de comunión por la pandemia pasó hace rato, sino porque –avisan– ese tiempo de gracia no fue “productivo”. También está en juego el reparto de cargos que quedaron “pendientes” de la negociación sobre el Presupuesto 2020, que nunca existió. El andar sobre este escenario que se acerca ya no será novedoso para Kicillof y su equipo. La experiencia reciente pasada será fundamental para mover las piezas y optar por mantener la misma lógica de negociación, o variar en lo estratégico, táctico y hasta en los soldados que lleven adelante esa batalla.

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