viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº3681

Panorama Bonaerense | 16 nov 2020

Bitácoras bonaerenses

Los intendentes y la mente puesta en el tablero electoral

Con la cuarentena atrás, en el camino, la clase política comienza a activar discusiones sobre las elecciones del 2021 y del 2023. Bloquear la ley que impide las re-re de los alcaldes, desdoblar los comicios e implementar la boleta única, son parte de los nuevos debates.


Si algún periodista le preguntara al gobernador Axel Kicillof o a cualquiera de sus ministros por las elecciones legislativas del 2021, seguramente la respuesta sería de manual y coincidente: “No es tiempo de pensar en elecciones y menos con una pandemia que no terminó”. Sin embargo, los movimientos subterráneos (y los no tanto) muestran semana a semana que el tablero electoral, no sólo en el año que se acerca, sino también de cara al 2023, son parte de las preocupaciones en las mentes de intendentes, legisladores y también de lo que se llama el “axelismo” o “kicillofismo”. La realidad inevitable.

Hace tiempo, un perspicaz exjefe de Gabinete bonaerense le confesó a este periodista que una vez que un gobernante se sienta en el sillón del poder, no tiene muchas chances de no pensar en las elecciones de medio término casi al mismo momento que diseña sus primeras políticas de gestión. En los despachos de la clase política bonaerense son muchos los que opinan que tener un calendario electoral cada dos años (o menos) lleva a vivir en constante “modo campaña”. Incluso no son pocos los osados que plantean eliminar las elecciones de medio término o estirar los períodos ejecutivos a seis años. “No se puede gobernar pensando en que un año y medio se te viene una elección”, repiten como argumento. Dilemas existentes.

Desde que la cuarentena comenzó a llegar a su fin para dar paso al distanciamiento social, preventivo y obligatorio (DISPO), las ideas subterráneas sobre los tableros electorales emergieron a la superficie y se transformaron en voces con nombre y apellido. La idea de bloquear la ley que impide la reelección indefinida de los intendentes no nació este año, sino que se viene macerando desde el mismo momento en que se aprobó en la Legislatura bonaerense, allá por agosto de 2016. Los intendentes peronistas del Conurbano, los famosos “barones del Conurbano” y muchos del interior (¿Barones del interior?), sacaron a la luz su idea, tras el guiño que Alberto Fernández les dio en el almuerzo en Avellaneda, a principios de mes. Ya no ocultan sus intenciones de bloquear la ley y se justifican a coro en que si hay acompañamiento del voto popular, deben ser elegidos más de dos veces consecutivas. Se trata de poder territorial. Que sean intendentes del Conurbano o del interior, peronistas o del PRO, es lo de menos. En su composición los alcaldes apuestan a la continuidad de su poder, y si se les da un poco más de margen, también a profundizar su autonomía con todos los condimentos que traería depender menos del Estado bonaerense. Una especie de microestados.

Ese arraigo al territorio, esa pertenencia bonaerense que profesan, justificado en la “porteñización” del Sillón de Dardo Rocha desde hace más de 15 años, hace que su reclamo de alambrar sus distritos tenga lógica. Ahora es el turno de los intendentes de Juntos por el Cambio quienes, al igual que los peronistas –durante los cuatro años de macrismo– pedían y reclamaban sobre la “identidad bonaerense” y siempre se quejaron de los “candidatos porteños” para gobernar la Provincia. Por eso no es casual que en esa disputa interna en ambos espacios ahora sean los opositores, nucleados en el “Grupo Dorrego”, quienes levanten la misma bandera que flamearon no hace mucho Martín Insaurralde y el “Grupo Esmeralda”, o Verónica Magario con el “Grupo Fénix”. Un dato para nada menor es lo que salió a pedir el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, de JxC: “Es momento de debatir algunas reformas políticas en la provincia de Buenos Aires, para generar mayor transparencia y un debate más profundo de los temas propios. Deberíamos votar en elecciones separadas de la nacionales y hacerlo con boleta única”, dijo el alcalde en palabras que hace tres años podrían haber salido de la boca de cualquier intendente peronista. El gen común.

El pedido de Valenzuela no es individual, en las distintas videoconferencias que los intendentes de la oposición Jorge Macri, de Vicente López; Julio Garro, de La Plata; Néstor Grindetti, de Lanús, o Víctor Aiola, de Chacabuco, realizan junto a muchos otros, esta idea comienza a tener forma. Es válido recordar que hace muy poquito, a finales de 2018, con la mira puesta en las elecciones 2019, desde los mismos intendentes surgió la idea de desdoblar las elecciones bonaerenses de las nacionales. María Eugenia Vidal y su entorno apoyaron la idea, con el pensamiento de tener una chance para la reelección, que en sus análisis –por esas fechas– “estaba complicada” ante la crisis económica que había provocado Mauricio Macri. Sacarse de encima a Nación=Macri tuvo su correlato en los intendentes del peronismo que desde hace años intentaron despegarse de la figura de Cristina Fernández de Kirchner con distintas alquimias electorales. Hasta el propio Sergio Massa vio con buenos ojos la idea de desdoblar las elecciones bonaerenses e incluso intentó poner sobre la mesa la idea de que las elecciones municipales fueran separadas de la provincial. Obviamente no pasó nada de eso. Macri y Marcos Peña sepultaron el amague de Vidal y, al igual que Cristina o los últimos Presidentes (desde hace muchos años), ataron la suerte de la provincia de Buenos Aires a la suya. El karma bonaerense.

Como vemos, en lo discursivo se podrá decir que “aún falta para las elecciones”. Pero la mente de la clase política siempre tiene encendido ese objetivo. Por el lado de Juntos por el Cambio, se reflotó el pedido de implementar la boleta única, y por el del Frente de Todos, la eliminación de las PASO. Todos, temas electorales.

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