viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº3681

Política | 11 feb 2021

Análisis

Si no integran a “los que ponen”, el Frente de Todos es boleta

Imposible sostener un proyecto peronista con el apoyo exclusivo de los desposeídos que sacan. Debe captar a los que pagan, aparte de impuestos, sueldos. La coherencia para consolidar la ideología de los convencidos es garantía segura de derrota.


Por Jorge Asís (*)

1.-Cinco vértices

En el pentágono del poder, Máximo Kirchner, En el Nombre del Hijo, representa la incertidumbre relativamente progresista.

El encanto del enigma de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora. La “Orga” más temida.

En el imaginario, Axel Kicillof, El Gótico, es el académico de la izquierda domesticada, en tránsito hacia el peronismo.

Pasa sin escalas de explicar a Keynes a especializarse en La (impenetrable) Bonaerense.

Sergio Massa, El Conductor, en la complejidad del Frente de Todos representa a la derecha siempre sospechada.

La racionalidad del plebeyismo. La moderación entre el desequilibrio.

Alberto, el que preside el gobierno de La Doctora, es la síntesis armonizadora del conjunto.

Mantiene la fuerza inapelable de su debilidad, que le habilita el delirio de la continuidad. Dialéctica pura. Para que lo explique El Gótico.

La Doctora es la dueña del juego. Y del casino. Es quien recibe las bofetadas. También las reparte.

Para funcionar, el pentágono depende de la mecánica ligera de Martín Guzmán, Alias Gardelito. Se da maña.

“Es útil para sacarte del paso y no dejarte en la calle”, confirma La Garganta. Y blinda el concepto de mecánica ligera.

“No le pidas que te haga el motor integral”.

Característica del pentágono: los cinco vértices son presidenciables.

Los obvios de la tribuna aseguran que La Doctora estimula para Máximo el objetivo sucesorio.

Otros, con elaborado nivel de información, se inclinan por Axel.

Dicen que es el trebejo real que prepara La Doctora, le prueba la banda.

Cuesta encontrar al que apueste por Massa como sucesor. Todos le reconocen su sabiduría estricta sobre los recovecos del Estado.

Aunque sea amigo de los compradores y de los vendedores de lo poco que queda en pie.

Alberto también quisiera sucederse y se aferra a la mecánica ligera de Guzmán (y a evitar las reacciones enojosas de La Doctora).

La asunción de Joseph Biden, con sus 78 años, autoriza a suponer que La Doctora, en 2023, con 70 años, puede ambicionar también la sucesión.

Le queda una bala en la recámara. Y tiene dos años para intentar cambiar la historia. No exactamente la judicial.

Sí para seducir al centro esquivo, el elector moderado que hoy, mayoritariamente, la detesta.

2.- La indispensable recuperación del centro

Para conquistar el estigma de la permanencia el Frente de Todos debe recuperar el centro político. En 2021.

Si no está del todo perdido, el centro se encuentra lo suficientemente alejado.

Espantado por las posiciones de los categóricos. Calificados, con piedad, de ultras.

Imposible sostener un proyecto peronista con el apoyo exclusivo de los desposeídos que sacan.

Debe integrarse, también, a los que que poseen. Los que ponen. Caso contrario, son boleta.

Captar a los que pagan, aparte de impuestos, sueldos.

La tarea no debe ser trajinada exclusivamente por Massa o Guzmán.

La coherencia para consolidar la ideología de los convencidos es garantía segura de derrota.

La inutilidad del manotazo a las grandes fortunas, el tributo compulsivamente solidario, aleja a los sectores que se deben atraer.

Son los que se dirigen desesperados hacia la alternativa, que hasta ahora es peor.

No terminaron de sacudirse el polvo del Fracaso Fresco.

Aparte, a muchos de los espantados, con la alternativa, en su momento les fue mal.

Los “encuadernaron”. Se delataron entre ellos.

La chiquilinada solidaria fue el antecedente de otra chiquilinada que se superó. Consistió en amenazar con el aumento de las retenciones.

O con el intento de raspar al sector que no los vota, pero aporta los dólares insuficientes para financiar el descalabro.

Cuando un gobierno se jacta de ser peronista debe tener resuelto el problema del alimento del pueblo que lo legitima (es Guillermo Moreno básico).

La peste inflacionaria logra que el consumo popular resulte imposible.

El problema necesita solución. No buscar a la bartola a los culpables fáciles para consumo interno.

3.- Efecto comparativo

Aquí se dijo que el gobierno de La Doctora -que preside Alberto- es flojo, mediano, gris.

Con buenos pretextos. Fundamentados y sólidos. Pero ya aburre.

Es, en la práctica, bastante más malo de lo que se merece.

Sólo se generan falsos atributos cuando se los compara con los próceres que intentan representar la alternativa.

Muñecos de metegol que siguen con obediencia la agenda que bajan los grandes medios y su multiplicación de divulgadores.

El mero efecto comparativo, con los innumerables muñecos de metegol, logra que Alberto, en jerarquía, evoque a Helmut Kohl.

O que Santiago Cafiero, El Nietito, sea un clon de Michel Rocard.

Pero la vacilante medianía mitiga la magnitud del fracaso fresco. La alternativa se renueva.

Los arrugues y contradicciones de los diversos lotes del oficialismo inducen a brindar otra oportunidad a los que acaban de estrellarse.

Es el gobierno de Alberto el que los rescata del naufragio.

Y de pronto brotan dirigentes que conquistaron legitimidad y se evaden de la descripción peyorativa.

Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, saca chapa lustrosa de candidato para el bolillero.

Como la señora de la indiferencia elaborada, María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo.

O el indemne Martín Lousteau, El Personaje de Wilde.

Y hasta se permiten la aventura de diseñar una esperanza móvil.

El corredor de fondo Facundo Manes, Cisura de Rolando.

4.- El Alfredo del diente vacante

Una suerte que Alberto ,otra vez, arrugue. Como en Vicentin. Para celebrarlo.

Volver, nueve años después, a soplar la polvareda del asfalto, hubiera sido otro error.

El “arrugue de barrera” siempre es preferible a la insistencia en el papelón.

El país de 2021 tiene la pólvora mucho más mojada que el de 2008. Transcurrió otra década de deterioro y declinación.

El gobierno de La Doctora -que preside Alberto- no está para reiterar batallas perdidas.

La dirigencia agropecuaria tampoco conserva la magnitud de entonces.

La hinchada del campo tendría que inventar otro Alfredito.

Aquel Alfredo De Angeli del diente vacante arremetía con su inmediata popularidad.

Hoy debe esmerarse en cuidar la chacra del senado, con sus dientes completos.

Aparte, aquella Mesa de Enlace de 2008 fue consecuencia de una consigna peronista que identificaba al antiperonismo.

“Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”.

Desde las bases. Desde la periferia hacia el centro.

La presión de los chacareros obligó a la dirigencia a defender los trapos.

Al consenso de la Federación Agraria con la Sociedad Rural o con CRA.

Precisamente Alberto, durante la crisis límite de 2008, dejó de ser el Premier de La Doctora. Pudo ubicarse después cerca de los que protestaban.

Tampoco está Néstor Kirchner, El Furia, la figura fundamental.

El 2008 marca el divorcio oficial de Kirchner con Clarín. Medio que lo acompañó hasta el último día del mandato.

Y Clarín se alejó del kirchnerismo sólo cuando gobernaba La Doctora. Pero con la megafusión en el bolso.

“¡Ay!, en qué quilombo nos mete este pendejo de rulitos”, dijo El Furia, en Olivos, como si se enterara por la televisión de las retenciones móviles que recitaba Lousteau, en el Salón Blanco.

Pero El Furia se puso al frente de la batalla contra las “patronales del campo”. Y contra Clarín.

Reprodujo los peores actos en la historia del peronismo.

La intensidad derivó en la espléndida derrota.

Se percibía la derrota en el rostro recargado del senador Miguel Pichetto, Nuestro Bogart. Hombre de punta del kirchnerismo.

El vicepresidente Julio Cobos, El Cleto, tenía la obligación de desempatar en el Senado. “Mi voto no es positivo”.

Esa noche El Furia se obstinaba en conseguir la renuncia de La Doctora.

“Esta sociedad no nos comprende, vayámonos”.

Nada es igual. Todo es naturalmente flexible.

Cobos volvió a ser el radical discreto que siempre debió haber sido.

El “pendex de los rulitos” es el indemne opositor con ambiciones presidenciales.

Y aquel severo hombre de punta del kirchnerismo, Pichetto, Nuestro Bogart, ya es El Lepenito.

Pilar fundamental del Fracaso Fresco del Cambio, se lo compró tardíamente.

Un solidario recolector de peronistas en desuso que merecen tener “otra oportunidad en la tierra”.

 

(*) Periodista y escritor
Publicado en JorgeAsisDigital.-

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