viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº3660

Política | 21 sep 2021

Análisis

Ante el vacío, la hinchada peronista pedía a gritos al arrabalero de Quilmes

Un defensor de peso que tenía ideas elementales. Aceptable manejo del sujeto, el verbo y el predicado. Citador de incisos útiles para bancar lo que fuera y para lacerar al adversario con significantes como “mamerto” o “burro”.


Por Jorge Asís (*)

1.- Emancipadores desilusionados

Abundan los enojados porque Alberto Fernández -El Poeta Impopular- no se emancipó de La Doctora.

La paliza de las PASO deparaba la penúltima oportunidad de declarar la independencia del albertismo (que nunca existió).

Traicionar era un acto patriótico. Una manifestación de heroísmo en defensa propia.

“Porque La Doctora es mala, malísima, perversa”.

Renovadas alucinaciones de almas sensibles que necesitaban un Alberto rebelde.

Estadista de categoría superior si activaba también las causas judiciales.

El impulso colectivo contagia.

El Poeta Impopular hizo pata ancha. Iba a hacer “cambios cuando lo considerara pertinente. Nadie lo presionaba”.

La emoción instaba a cruzar el puente. A romper. “¡Vamos, Alberto!”.

Bastaba con aceptar las “renuncias extorsivas” de los conjurados por instrucción de La Malísima.

Pero la redacción de la carta de sinceridad sigilosamente elaborada logró que Alberto se “allanara”.

Como diría la pensadora positivista Fernanda Vallejos, Cabra Franca.

Pero de inmediato Alberto se dispuso a ventilar el gabinete sofocado.

Epílogo: el máximo responsable de la derrota fue Pepe Biondi, El Pantalla.

Vocero “sin voz” al servicio del señor presidente. Presentó hasta el último servicio. La renuncia.

Al final Biondi sería sustituido por Juan Ross. Profesional inapelable del oficio de riesgo. La comunicación.

Desde la ventana de la memoria, Ross vio desfilar estadistas apresurados.

Graves lobistas de medios y tristes mangueros de pauta.

2.- Temor a la noche

“Es un retroceso”.

Abundan los decepcionados que temen la irrupción abrupta de la noche.

Sorprendidos por los fantasmas del pasado que se creía extinguido.

Pero los fantasmas regresan saludables e impertinentes. Eficiente estado de conservación general.

Con medialunas enarboladas y dispuestos a mojarlas.

“Son pocos, pero son”, escribía el peruano César Vallejo: Daniel Filmus, El Psicobolche. Domínguez, El Lindo Julián. O el más arrabalero de los Fernández. Aníbal. Sólo falta Florencio Randazzo, del Cartel de Chivilcoy.

Pero el que fastidia es Aníbal. Provoca la “sensación” del fracaso circular en los virtuosos que lo creían irrecuperable.

La identificación de Aníbal con los esquemas del vicio había sido redituable en 2015 para consagrar a Mauricio Macri, El Ángel Exterminador.

Por la gobernación de la provincia inviable Aníbal compitió con El Lindo Julián. Aunque La Doctora prefería al Quijote ingrato. Randazzo.

Antes que triunfara la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo.

Casi un siglo atrás. Hace seis años.

“No me inventen una vida que no tuve”. El peronista arrabalero de Quilmes se defendía solo.

La tortilla se dio vuelta en 2019 y el peronista arrabalero volvió a levantar perfil.

Como si valiera, defendía al gobierno desastroso que no lo merecía.

Ante el vacío, la hinchada peronista lo pedía a gritos.

Un defensor de peso que tenía ideas elementales. Aceptable manejo del sujeto, el verbo y el predicado.

Citador de incisos de artículos acaso imaginarios de la Constitución. Útiles para bancar lo que fuera.

Para lacerar al adversario con significantes como “mamerto” o “burro”.

Pese a los reclamos de la hinchada, a Aníbal no lo querían dentro del gobierno.

Alberto lo invitaba a almorzar con frecuencia. Le hacía mantenimiento.

Hasta que cayó, como una maldición purificadora, la derrota.

“Regresión”, “Atraso”, clamaban los asustados porque se les venía la noche.

El peronista arrabalero dista de ser vengativo.

Pero pasa a controlar, otra vez, las fuerzas de seguridad.

Se constata, por enésima vez, el fracaso de los dueños de la virtud.

Nada original en la historia del peronismo.

3.- Empanadas kosher

Pero el juramento más interesante aún no se alcanza a comprender.

El gobernador Juan Manzur, El Menemcito. Flamante Premier. O mero Jefe de Gabinete de Ministros.

El colectivo de mujeres movilizadas lo impugna.

Como lo impugnan los progresistas irritados que desprecian la cultura de los feudos.

Manzur representa el mal llamado “interior”.

La energía disipada de los gobernadores hastiados del falso federalismo.

Las características de Manzur son más sospechadas que conocidas.

Aparte del conocimiento de las gobernaciones, Manzur arrastra experiencia en mini gobernaciones.

Por el dilatado periplo en la mini gobernación de La Matanza.

Tiempos de un Alberto distinto. Balestrini.

Como aquel Menem original, El Menemcito deja buenos amigos en todas partes. Junto a enemigos repentinos para considerar.

Contiene el apoyo simultáneo de mini gobernadores y de gobernadores.

Contiene una agenda propia en el plano internacional. Contactos que distan de conducir a la Argentina hacia Venezuela.

Pasa exactamente lo contrario. Vínculos extraños con poderosos distantes que arbitran la superstición del capitalismo.

Hijo de libaneses, es el cristiano maronita argentino que tiene más amigos de religión judía.

Ninguna novedad en el país de la generosa inmigración.

Aquí importa la magnitud de las amistades. Altísimas finanzas.

El amigo que se le atribuye comúnmente es Hugo Sigman, El Vacunador.

Comparado con otros contactos, Sigman representa a la clase media baja.

Sobran los testigos de las celebraciones especiales.

Frecuentadas por rabinos que tal vez no dominan el idioma español. Pero devoran las empanadas tucumanas kosher.

Beben con alegría el vino y el champagne kosher.

Primeramente Manzur debe asegurarse la serenidad en su Macondo personal.

El entuerto anecdótico que remite a un cuento inadvertido de Fray Mocho.

Con el vicegobernador Osvaldo Jaldo. Al que Manzur solía presentar, un año atrás, como Jaldito, un hermano.

Paz en su Macondo para dedicarse enteramente a coordinar con los innumerables bonaerenses y porteños sin rumbo.

Pero esperanzados en levantar, desde la lona, al gobierno de La Doctora que preside Alberto.

Después de todo “El boleto para noviembre está picado”.

Y la moneda de Manzur, El Menemcito, está en el aire.

(*) Periodista y escritor
Publicado en JorgeAsisDigital.-

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