sábado 07 de diciembre de 2024 - Edición Nº3913

Política | 25 may 2024

Catedral metropolitana

Hostias atragantadas en el Tedeum: la Iglesia advirtió por la “insensibilidad” y los “saqueadores de turno”

El arzobispo porteño y cardenal primado de la Argentina, Jorge García Cuerva, reclamó “tomarse en serio la parálisis del pueblo”. También cuestionó los “autoamentos” de sueldo en el Congreso y el Gobierno, mientras crece la pobreza.


Ante la atenta mirada del presidente Javier Milei, el arzobispo porteño, Jorge García Cuerva, reclamó “tomarse en serio la parálisis del pueblo” y no postergarla “en nombre de un futuro prometedor”, como vienen haciendo desde el Gobierno.

“El mensaje que compartiré quiere ser un aporte a la luz de la palabra de Dios para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina, convencido de que entre todos construimos la  Patria, más allá de saber que, luego, puedan ser tomadas algunas frases aisladas para querer alimentar la fragmentación”, introdujo el cardenal primado de la Argentina al iniciar la ceremonia eclesiástica del Tedeum en la Catedral Metropolitana.

En este sentido, explicó que “hoy nos ponemos delante de Dios como Nación y le pedimos que nos cure, porque parecemos tener las manos paralizadas para el encuentro que construye fraternidad, las manos paralizadas para abrazar a los heridos por la soledad y la tristeza, las manos paralizadas para ser solidarios con los que menos tienen”.

“Y también le pedimos a Dios que nos preserve de las manos manchadas de sangre por el narcotráfico, de las manos sucias de la corrupción y la coima, de las manos en el bolsillo del egoísmo y la indiferencia”, bramó el referente religioso.

En su homilía, el arzobispo llamó a “tomarnos en serio las parálisis de nuestro pueblo. Sabemos que hay parálisis que no se pueden procrastinar: su postergación en nombre de un futuro prometedor generarían consecuencias nefastas por irreversibles en la vida de las personas y por lo tanto de toda la sociedad, un precio muy alto a pagar que no nos podemos permitir”. 

Y enumeró: “La malnutrición en la primera infancia, la falta de escolarización y accesibilidad a los servicios de salud, los ancianos y jubilados incapaces de sostenerse diariamente con un mínimo de dignidad, son algunos de esos ejemplos impostergables”.

Asimismo, sostuvo que la mirada de Jesús “alerta sobre la insensibilidad con los más desprotegidos, reclama mayor compromiso y cercanía con los que sufren”.

“En estos tiempos difíciles, ¿qué estoy haciendo por los más pobres y los que sufren? ¿Podremos mirarnos y responder esa pregunta, sin echar culpa como adolescentes, sino desde la responsabilidad de hacernos cargos, incluso si es necesario realizando una autocrítica madura que tanto necesita escuchar alguna vez nuestro pueblo?”, inquirió dirigiéndose al Presidente y a su Gabinete.

En igual tono, puso de relieve que “nuestra gente está haciendo un esfuerzo muy grande y nosotros no podemos hacernos los tontos. Hay que acompañar con hechos y no sólo con palabras ese enorme esfuerzo de nuestra gente”. 

“Por eso siguen doliendo algunas acciones de la dirigencia divorciadas de la ciudadanía de a pie, como los tan comentados autoaumentos de sueldos de algunas semanas atrás”, recordó en torno a las subas en los sueldos parlamentarios y de integrantes del Poder Ejecutivo.

En igual tenor, pidió “eliminar la doble vara” a la hora de juzgar a la política, pues “no es lo mismo unirse que confabular; no es lo mismo fraternizar y forjar la cultura del acuerdo que ser cómplice del mal con el sólo ánimo de destruir al otro, de pensar estrategias para que al otro le vaya mal, creyendo que cuanto peor, mejor”.

“Eso nos destruye a todos y carcome los cimientos de la Patria: es como un sismo que no nos permite nunca ponernos de pie”, prosiguió el cardenal primado de la Argentina.

Acto seguido, reflexionó: “El pasado nos enseña que todo lo que amamos se puede destruir en base a la instrumentalización y el odio, ya que priva al cuerpo social de las defensas naturales contra la desintegración y la fragmentación social, rédito instantáneo para los saqueadores de turno e incapacidad presente para pensarnos como Nación”.

Antes de iniciar la oración del Padre Nuestro, exhortó a “que no caigan en el esfuerzo todos los hermanos que están haciendo tanto esfuerzo para salir adelante”.
 

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