Espectáculos | 4 sep 2024
Entrevista
Se Va el Camello celebra 20 años: “Pararnos de frente ante toda nuestra historia”
En diálogo con ANDigital, el guitarrista y vocalista Tomás Rusconi anticipa lo que será una noche muy especial en El Teatro Bar. El recuerdo de los inicios, las nostalgias de ciudad y los hitos de una banda que marcó época desde el semillero del rock.
“Matiné Asia Disco. Por primera vez grupo Se Va el Camello”. Así reza la tarjeta que aún conserva -como preciado souvenir- Tomás Rusconi, cantante y guitarrista de la banda platense que se apresta a celebrar sus 20 años de trayectoria el sábado 14 de septiembre en El Teatro Bar.
“Fue nuestro primer show oficial y en un escenario gigante, con más de 250 personas. Nos vinieron a buscar en una combi cuando a duras penas teníamos un equipo y un potenciómetro. Éramos muy chicos. En esa primera fecha se corta la luz y al fin de semana siguiente sí pudimos tocar, hay algún VHS por allí que habría que digitalizar…”, revela el músico sobre aquel iniciático show del 2005.
De todos modos, la historia comenzó a escribirse bastante antes, entre rateadas y zapadas, en el eje Normal 3-Bellas Artes y con epicentro en la siempre humeante Plaza Rocha. “Vivimos los volantes, afiches, cassettes... Tengo 34 y hace 20 que estoy con la banda, por lo que no tenemos recuerdos de jóvenes de algo que no sea esto. En los ratos que empezamos grabábamos como podíamos con el rec-play del minicomponente. No es que sea una banda vieja, pero tampoco lo concebimos como un proyecto apuntado a consagrarnos”, suma en diálogo con ANDigital.
“Ya luego fue el CD, el MP3, el MySpace y el Ares. Una locura como se fue corriendo la música. Al pertenecer a una ciudad universitaria y conocer muchos pibes porque no es lo mismo a los 15 que a los 30, tenés compañeros por todos lados. La explosión tuvo que ver con eso de las descargas. Los que estudiaban acá, nos escuchaban, bajaban un par de canciones y las mandaban a sus lugares de origen en cualquier provincia y es al día de hoy no escriben de todos lados” gracias a Las luces del alba, disco editado en 2010, pero “disponible” mucho antes.
En cuanto al particular estilo de Se Va el Camello, explica: “Escuchamos mucha música de pibes, hicimos una fusión de lo que no había mucho parecido. Todos los géneros más el rock de los 90, lo que traíamos de nuestras casas, folklore y hasta cuarteto y cumbia distorsionada, porque también a los 15 años estábamos bastante de joda, pero fue algo que terminó dándole identidad a la banda”.
“Primero tocábamos en cumpleaños de compañeros, casas, algún salón de fiestas cumpleaños de 15. Y luego de lo de Asia nos metimos en la Galería del Rock”, añade Tomás, en torno a un pasaje de calle 49, célebre por su fetidez, entre heces de roedor, orín y vómito...
En simultáneo, adoptaron como propio al lamentablemente ya extinto “El Ayuntamiento”, reducto de avenida 1 donde sabían convivir el fútbol 5, el bar y la noche. “Iba mucha gente y quizás venían Andando Descalzo y Pampa Yakuza y querían tocar con nosotros porque sonábamos de manera bastante aceptable para ser chicos a los que les quedaban grandes las guitarras”, desliza el cantante y guitarrista.
Cromañón y la biblia “Buen día”
El 29 de diciembre de 2004, Se Va el Camello tuvo uno de esos recitales entre amigos. La idea de varios integrantes de la banda era ir al día siguiente a ver a Callejeros. “Estábamos tan detonados que nos llamaban para ver qué onda, si habíamos ido, no había WhatsApp obviamente, muy complicado para que te ubiquen”, evoca en torno a una resaca salvadora.
La tragedia en el boliche de Once viene a cuenta de la posterior restricción de lugares para tocar, justamente cuando comenzaba la ascendente carrera del grupo. En tónica similar a la adoptada por varios grupos de la ciudad, Se Va el Camello también comenzó a presentarse en clubes y locales poco habituales hasta ese entonces para el rock, como El Fortín de Zona Sur o La Fraternidad de Tolosa. Por las dimensiones, la banda ya iba en serio, de la mano de una sólida propuesta musical y la siempre presente lucha por las causas populares.
Recuperándose de golpes como el asesinato de Juan Maldonado en las inmediaciones del boliche berissense Alcatraz, en el marco de un ajuste de cuenta entre barras, la salida del miembro fundador Manuel Rodríguez (hoy líder de Sueño de Pescado), y logrando gratificaciones como el desembarco en renombrados escenarios porteños com Niceto o The Roxy o compartir escenario con consagrados como Fito Páez o Bersuit, un mojón lo marcó el vínculo entre la banda y su admirado Pity Álvarez.
“Un conocido en Ensenada que escuchaba mucho la banda tenía en su auto a Mil cumbias y rocanroles, nuestro muy casero primer disco. El tío de él es quien llevaba al Pity para todos lados y en uno de esos viajes abre la guantera, saca el disco, lo pone y lo escucha. A raíz de eso nos convocaron para la vuelta de Viejas Locas en el marco del Oculta Rock”, reseña Rusconi.
“Nosotros empezamos tocando más de Intoxicados que de Viejas Locas. De hecho, cuando salió Buen día, me acuerdo exactamente el momento en el que estábamos en la casa del padre de uno de los chicos, abrir el CD recién salido, escucharlo y desde ese secote inicial difrutarlo con toda la identificación”, sentencia.
Dos décadas, rutas de emoción
“Esta es la fecha que más ansiedad nos trae. Es pararnos de frente ante toda nuestra historia, nuestro público de hace 20 años, los más nuevos; las canciones más viejas, volver a compartir con músicos que quizás hace años no compartimos. Con una puesta en escena sin precedentes y un desafío enorme”, se entusiasma Tomás al aludir al concierto del 14 de septiembre en El Teatro Bar de calle 43 entre 7 y 8, el cual será registrado íntegramente para una posterior publicación con la formación que se completa con Esteban Penovi (bajo); Julián Lizardo (batería); Elunen Moreno (guitarra), Imanol Salinas (guitarra y voz); Ricardo Pelatti (saxo) y Matías Otonelo (guitarra).
Y para matizar la espera, la banda presentó el segundo corte de su último álbum, Nafta, en formato audiovisual de alta calidad (4K). Se trata de “A tu estrella”, una canción muy especial en el entorno familiar de la banda. El video (dirigido por Nicolás Guagnini) fue protagonizado por Diego Alonso (reconocido como “El Pollo” de Okupas) que, extrañando a su amigo, asegura haberlo visto y lo persigue por las calles de Isla Santiago.
“Cualquier persona de nuestra generación que hubiese tenido que llamar a un actor, hubiese sido a él. Más allá de sus cualidades actorales, para una banda de rock, era el único posible por llamar”, resume el cantante de Se Va el Camello.
“Es una canción muy especial porque es dedicada para un compañero de banda que perdimos hace poco. Un video con idea original nuestra y configura otro gusto que nos damos. En algún momento cuando se termine todo, podré contar todo lo logrado con la banda sin vivir de la música, que grabé en el mismo lugar que Buscando un amor de Pappo o tocar una canción de Pescado Rabioso con Baltasar Comotto, guitarrista del Indio y Spinetta”, cierra Tomás.