domingo 10 de noviembre de 2024 - Edición Nº3886

Deportes | 25 oct 2024

Salud

¿El rendimiento deportivo está escrito en el ADN?

El riesgo de sufrir lesiones está condicionado por factores ambientales (como la actividad que se realiza, el nivel de entrenamiento, la nutrición) y factores genéticos que se asocian a diferencias en la composición y flexibilidad de ligamentos y tendones. 


En los últimos años, la genética ha comenzado a revelar el papel clave que desempeñan nuestros genes en el rendimiento físico, la resistencia, la fuerza, la capacidad aeróbica, la respuesta al entrenamiento, la propensión a lesiones, entre otros. Según estudios, se calcula que los factores genéticos podrían explicar alrededor del 66 % de la diferencia del estado atlético entre las personas.

“Sabemos que nuestros genes influyen en el tipo de deporte en el que podemos sobresalir, así como en nuestra capacidad para resistir el esfuerzo o recuperarnos de lesiones”, explica Adrián Turjanski, investigador del CONICET y director científico de Gen360

Asimismo, da cuenta que “gracias a los avances en la investigación genética, profundizamos el potencial que el ADN puede desempeñar en el éxito deportivo. Estos hallazgos nos inspiran a alcanzar logros aún más sorprendentes a través de la combinación de nuestros talentos innatos con el trabajo de entrenamiento y una buena nutrición”.

En este sentido, Turjanski destaca que “es emocionante descubrir cómo los atributos heredables pueden influir y potenciar el éxito en el deporte. Se ha demostrado que, con un entrenamiento y dieta adecuados, ajustados por nuestro ADN nos permite obtener mejores resultados en menor tiempo. Sin embargo, es importante entender que si bien hoy podemos realizar dietas y actividad mucho más efectivas gracias la genética, todavía falta mucho por descubrir”. 

Un problema frecuente son las lesiones, tanto en la vida diaria como durante la actividad física, afectan a los ligamentos y tendones (como el ligamento cruzado anterior, tendón de Aquiles o los tendones del manguito rotador). 

El riesgo de sufrir estas lesiones está condicionado por factores ambientales (como la actividad que se realiza, el nivel de entrenamiento, la nutrición) y factores genéticos que se asocian a diferencias en la composición y flexibilidad de ligamentos y tendones. 

Hay variantes genéticas que generan mayor riesgo de rupturas de ligamentos, especialmente el ligamento cruzado anterior en la rodilla. Conocer esta información es importante para personalizar el entrenamiento e implementar conductas preventivas para reducir el riesgo de lesiones”, precisa el referente de Gen360.

En este sentido, los análisis genéticos relacionados con el rendimiento deportivo son un gran aliado para identificar variantes genéticas que pueden influir en las características físicas y fisiológicas de una persona, y potencialmente en su rendimiento atlético.

Genes que debemos conocer a la hora de un entrenamiento intensivo

El gen COL1A1 está involucrado en generar el colágeno tipo 1, que es la forma de colágeno más abundante en el cuerpo humano. El colágeno es una familia de proteínas que fortalecen y dan soporte a varios tejidos del cuerpo, incluyendo huesos, cartílagos, tendones y piel. Variaciones en el gen COL1A1 regulan el riesgo de ruptura de tendones. Por esto, es muy importante evitar movimientos repetitivos y bruscos, y elongar al menos 30 segundos cada grupo muscular después de entrenar.

Una lesión muy común es la rotura del tendón de Aquiles, es el de mayor longitud y uno de los más potentes del organismo, conectando el músculo de la pantorrilla al hueso del talón del pie, permitiendo la flexión plantar. Esta patología suele estar provocada por un uso excesivo y es una lesión relativamente frecuente en los deportes que requieren correr y saltar. La tensión repetida sobre el tendón hace que se produzcan daños microscópicos.

Hay variantes genéticas que confieren riesgo importante de tener esta lesión. La metaloproteinasa de matriz 3 (MMP3) es un mediador de la remodelación de la matriz extracelular y un locus de susceptibilidad propuesto en el perfil genético de las lesiones musculoesqueléticas de los tejidos blandos. Las variantes dentro del gen MMP3 están asociadas con lesiones del tendón de Aquiles.

Debemos saber que nuestros músculos se componen de tres tipos principales de fibras, fibras de contracción lenta, intermedias y de contracción rápida. El tipo de fibra muscular viene determinado por nuestros genes y conocer el predominio de cada tipo fibra en cada persona nos permite obtener una ventaja relativa sobre los deportes que nos conviene desarrollar o practicar. 

De esta manera, las personas que posean un alto porcentaje de fibras lentas podrían tener ventajas en actividades vinculadas con la resistencia, como por ejemplo, triatlón, running, o natación de aguas abiertas. 

Quienes posean mayor predominio de fibras intermedias, tienen capacidad aeróbica suficiente para resistir a la fatiga durante varios minutos, tendrán mayor aptitud para los deportes de esfuerzo intermitente o de conjunto, como puede ser el hockey, rugby, fútbol y básquet. Quienes posean en cambio un mayor predominio de fibras rápidas, se verán beneficiados en la realización de actividades breves y explosivas, vinculadas con la velocidad, como por ejemplo carreras de velocidad, pruebas de atletismo o lanzamientos y levantamiento de pesas. 

“Conocer tu composición muscular te permite optimizar tu entrenamiento y centrarte en las disciplinas en las que tu cuerpo naturalmente tiene más ventaja”, comenta Turjanski.

El gen ACTN3 contiene instrucciones para producir alfa-actinina-3, una proteína que se encuentra en ciertos tipos de fibras musculares de contracción rápida. Esta proteína se ha conservado durante la evolución, pero algunas personas tienen una variante no funcional del gen ACTN3 y no producen la proteína. 

Personas con la variante funcional en las dos copias del gen tienen predominancia de fibras rápidas, demostrando mayor habilidad para deportes de potencia; mientras que la variante no funcional se encuentra en fibras lentas, que se asocian con menor rendimiento en este tipo de actividades. La variante no funcional se observa en homocigosis en el 2 % de los caucásicos, y la mayoría de los atletas de élite que han sido estudiados tienen la variante funcional ACTN3 y producen esta proteína correctamente. Es por esto que se asocia de esta manera.

Asimismo, nuestros genes pueden entonces influir en la forma en que obtenemos energía de los nutrientes, y afectar directamente nuestra capacidad atlética. El gen PPARGC1A se expresa predominantemente en tejidos con alta actividad metabólica, la mayoría de los cuales son ricos en mitocondrias. 

Estos incluyen corazón, músculo esquelético (durante el ejercicio), grasa parda, riñón, hígado y cerebro, y otros tejidos de baja actividad metabólica como el tejido adiposo blanco. El PPARGC1A controla transitoriamente el transporte de glucosa, la oxidación de lípidos y glucosa, y modula de forma crónica la capacidad oxidativa del músculo. Variantes en este gen están asociados a una mayor o menor capacidad atlética.

El dopaje genético, un debate ético

Hoy gracias a CRISPR, la herramienta más prometedora en la edición de genes y que ha causado un gran revuelo en la biotecnología y la medicina, los científicos pueden cortar, pegar y modificar genes con una precisión sin precedentes, lo que abre la puerta a la cura de enfermedades genéticas que alguna vez parecían imposibles. Pero la manipulación genética conlleva ciertas preocupaciones éticas y sociales, incluyendo el temor a la creación de “bebés diseñados” ¿Qué pasa si los atletas se sienten tentados de usar CRISPR para cambiar su ADN para mejorar su rendimiento?

“Hoy eso es posible, y puede ocurrir si existen científicos dispuestos a hacerlo y atletas a pagarlos. Si bien los resultados todavía son una incógnita, hay muchos desafíos tecnológicos y éticos. Es importante saber que CRISPR puede cometer errores y hay chances de afectar al atleta y generar resultados terribles. Todavía no tenemos 100 % claro que manipular genéticamente para lograr resultados precisos. Sin embargo, para prevenir, ya se están probando formas de detectar un posible dopage genético”, remarca Turjanski.

Sin llegar a esos extremos, hay alternativas para mejorar el rendimiento deportivo y optimizar nuestras capacidades. Los test de ADN que son de gran utilidad para atletas y personas comunes, sirven para comprender cómo su genética influye en la capacidad física y el rendimiento deportivo

Este innovador test, avalado por laboratorios de todo el país y con el soporte de profesionales de la salud, ofrece una ventana única para optimizar entrenamientos y prevenir lesiones porque analiza genes clave que afectan características como la fuerza muscular, la capacidad aeróbica y la susceptibilidad a las lesiones, permitiendo diseñar entrenamientos personalizados según las características genéticas de cada individuo.

 

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