lunes 02 de diciembre de 2024 - Edición Nº3908

Política | 1 nov 2024

Análisis

Con o contra Milei, o con o contra La Doctora

Administrar la hegemonía del poder significa garantizar el crecimiento de la imagen negativa, asociada siempre al destino colectivo de fracaso. Cualquier ciclo histórico, democrático o de facto, arrojó leños para la hoguera de la degradación nacional que sólo genéricamente se acepta.


Por Jorge Asís (*)

Patrón del Poder

¿Con o contra Milei? Pregunta que suple a la similar ¿Con La Doctora o contra?

En el juego de las categorías, Milei es el inapelable Patrón del Poder.

En efecto, el Panelista de Intratables supo cargarse, en simultáneo, a los dos grandes movimientos populares del siglo veinte.

El radicalismo y el peronismo. De yapa, como se encontraba el espacio vacante, desde los medios (que detesta) se cargó también la expresión efímera de PRO, esternón ideológico de Juntos por el Cambio.

Para desconsuelo de Mauricio, El Ángel Exterminador que suele desgastarse con parsimonia en el berretín gestual de colaborar con el Patrón que le birló los votos que creía mantener concentrados en la nevera.

Aunque disgustan los frecuentes exabruptos del Patrón. Expresiones orgánicamente innecesarias de la marca registrada.

Para el Ángel, ayudar a Milei es la manera explícitamente aceptable de ayudarse a sí mismo.

Es dependiente de la ventura del adversario transformado esmeradamente en falso amigo.

Depende de sus posturas, del combo que viene con exabruptos.

La dependencia es recíproca. Para subsistir Milei depende todavía de la influencia providencial de Mauricio, que le permite alcanzar la gloria estratégica de los 87 héroes suficientes para sostener el veto.

Instrumento contundente que muestra la frontal fragilidad legislativa del precipitado gobierno de consultores que contrasta con la robusta presencia del Patrón en el falsario de la opinión pública.

“Hay fracaso, pero no es mío”

O se está con el poderoso Fenómeno Milei para defenderlo, como se incinera el Ángel. O para combatirlo, como La Doctora de pituitaria adiestrada.

O como lo intenta Axel, El Gótico, acaso el producto elaborado que La Doctora instaló con perversidad entre las cajas de la Provincia del Pecado.

Pero El Gótico se propone la emancipación, mientras se desangra en la pugna con Máximo, En el Nombre del Hijo.

Ansía concretar el sueño eterno que inspiró al extinto gobernador Antonio Cafiero, Dick Sanardi.

O Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas).

O incluso Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, hoy libertario convencido.

El desplazamiento de La Doctora por Milei reitera la persistencia del mecanismo de funcionamiento.

Para mantener vigente la insustancialidad del poder en el país donde todo termina invariablemente mal.

Administrar la hegemonía del poder significa garantizar el crecimiento de la imagen negativa, asociada siempre al destino colectivo de fracaso.

Cualquier ciclo histórico, democrático o de facto, arrojó leños para la hoguera de la degradación nacional que sólo genéricamente se acepta.

“Hay fracaso, pero el fracaso no es mío”.

O probablemente sea peor.

“Argentina fracasa, pero no es culpa nuestra”.

Nada termina nunca de morir

Como tampoco nada termina nunca de morir, los prestigios adquieren pronto la resina de la opacidad.

O se superan a través de la acción de otros opacados que se recuperan con fuerza para emprender el derecho a la venganza.

Aunque se arriesguen al infortunio de volver a estallar.

Crecen los postulantes emocionados para jurar con Milei por Dios y por la Patria. Con deseos de darse una ducha reconfortante de importancia personal. Para anotarse como soldados de la guerra cultural.

Pero se multiplican también los indignados que detestan la brutalidad precaria del modelo libertario plagado de ideas elementales de “libre comercio”.

Desolados lugares comunes que aluden sin imaginación a la utopía de la libertad.

Un esquema contable de la política, revolucionario pero demasiado vulgar.

En el oficio ingrato del poder, el afecto o el rencor necesitan instrumentadores.

Abundan los cruzados buscapinas que procuran la conquista del salario que mantenga, en el combo, la caja respectiva.

Pero brotan con frecuencia los contradictores vocacionales que se ufanan por destruir lo que intente construir cualquier Patrón relativamente fundacional.

La multiplicación de los “con o contra Milei” habilitan las instrumentaciones que reconfiguran la fragmentación del tinglado.

Adherir al “contra Milei” induce naturalmente al malentendido de situarse “a favor de La Doctora”.

Tripulantes de la nave de los condenados

Resulta explicable que el centro inviable procure sostenerse con la ilusión previsible de la tercera vía.

Himno que suele cantarse en el juego de lotería, cuando emerge el tramo audaz para lanzar al océano “la nave de los condenados”.

Con tripulantes que contienen la memoria rescatable. Hastiados que ya no quieren saber nada con las amarguras que les provocó La Doctora.

Que tratan con suerte relativa de conmoverse con encontrar apenas un espacio para aparcar y mojar la medialuna.

“En Buenos Aires se puede rapiñar un diez por ciento”.

Es el mambo responsable que suele bailarse en el legislativo con la música amena de Miguel Pichetto, El Lepenito, que supo ser postulante a la vicepresidencia con el Ángel.

Mambo que articula Emilio Monzó, El Diseñador, que fue presidente de la Pajarera y posterga el secreto proyecto de gobernar la Provincia del Pecado.

Otros próceres navegan y danzan con el mismo mambo.

De la flaca magnitud de Florencio Randazzo, Cartel de Chivilcoy, que anheló disputar la presidencia con el Líder de la Línea Aire y Sol, mientras La Doctora pretendía retenerlo con la propina de la gobernación.

Navegan y danzan otro par de baluartes que también quisieron ser presidentes.

La señora Margarita Stolbizer, La Chona Progresista. O el estilizado Ricardo López Murphy, El Gato (que se presenta como bulldog).

O sin ir más lejos el eminente neurólogo radical Facundo Manes, Cisura de Rolando, que entre sus ademanes y asignaturas pendientes figura la presidencia de la República.

Tripulantes que se aglutinan en la nave de los condenados.

Goleadores libres de contratación que al cierre del despacho no tuvieron todavía la suerte de estrellarse.

Ilusión de la tercera vía

“Ni Milei ni La Doctora”.

Consigna del centro que atormenta la ilusión de la tercera vía.
La comparten los restos de los radicales fragmentados con los peronistas que paulatinamente se decepcionaron.

Carecen de contención y en la nave se mezclan y danzan con los socialistas eclipsados, a su vez, por la presencia del Maire Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, que también quiso ocuparse de la presidencia, aunque la señora Patricia, La Montonera del Bien, lo expulsó del escenario con los sufragios de las (inútiles) PASO.

El desarrollismo centrista de Geniol permite balancear el mambo con socialismo moderado de la señora Mónica Fein, Maire de Rosario.

A esta altura la articulación se pone dificultosa en la nave para severo tormento de los diseñadores que suelen desvelarse.

En especial cuando trasciende que en la Provincia del Pecado emergen los buscapinas irreparables que pretenden encarar el juego de la doble polarización.

Sin resignar la mojada de medialuna en ninguna caja.

Seres perversos que consideran que La Doctora y Milei “ya fueron”.

Entonces proponen sospechosamente polarizar con “el adversario estratégico”.

Con Axel, el gobernador que se muestra harto, fastidiado por las “luchas internas de poder”.

Pastor romántico que reclama, profeta en el desierto, “unidad, unidad”. Porque solo acepta pelear con Milei. Con quien pretende polarizar. Es en vano.

Porque Milei es el maestro autodidacta que aprendió el juego de las categorías. Prefiere privilegiar enfrente a La Doctora.

Aunque el Fenómeno se equivoque, como en su momento la pifió el Ángel Exterminador para concluir -en efecto- exterminado.


(*) Periodista y escritor 

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