

Después de sus funciones de gira en Mar del Plata, Vicente López, Villa La Angostura, Junín y San Martín de los Andes, vuelve a Buenos Aires Molly Bloom, con Cristina Banegas.
Desde el 15 de marzo, se presentará los sábados a las 20 horas por siete únicas funciones en El excéntrico de la 18, con entradas ya a la venta vía Alternativa Teatral y en la boletería de la sala, Lerma 420.
Volver a esa noche de insomnio de Molly. Volver a esa “puesta en boca” de un monólogo interior entrañable. Volver a actuar.
La estructura del monólogo, las ocho oraciones, sin signos de puntuación, la extraordinaria afirmación que hace Molly, exigen una enunciación en velocidad.
Si no es en velocidad, cómo traducir el pensamiento, el fluir de la conciencia a la voz hablada? Y la velocidad implica vértigo, recisión, es como hacer surf en ese río de palabras. Es un viaje vertiginoso.
Molly canta, recuerda fragmentos de canciones, se emociona, se ríe, se erotiza, se enoja. Molly es la música de la cabeza de una mujer. Por eso será un concierto, dirigido por Carmen Baliero, una gran música. Una gran amiga. Ella planteó de entrada que la afirmación, los Sí de Molly son fonemas estructurales.
Como una sonata, cada una de las ocho oraciones fue dividida en movimientos/unidades y la partitura que vamos construyendo sobre la partitura del texto fue encontrando sus ritmos, cadencias, staccatos, crescendos, pianíssimos. Sí, Molly Bloom será un concierto.
Celebro volver a actuar haciendo Molly Bloom que es, sin duda, la fiesta más difícil. Porque no es solamente la "puesta en boca" del pensamiento de Molly, es traducir, interpretar la extraordinaria privacidad, el erotismo, la absoluta falta de censura con la que Molly piensa en su noche de insomnio.
La libertad con la que expresa sus fantasías sexuales, sus teorías sobre los hombres, el amor. La intimidad de este monólogo interior, que James Joyce inventa, hace de Molly una Penélope liberada de la moral victoriana, que “empieza y termina con la palabra femenina Sí”, según escribe Joyce en una carta a Frank Budgen.
Y esta gran afirmación “femenina” es una celebración de la mujer. Una epifanía. James Joyce y, especialmente, Nora Barnacle (su mujer), si en algún bar del cielo, escuchan esta música, ellos que tanto la amaban, ojala celebren y brinden por el alma siempre encendida de Molly Bloom.