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martes 30 de abril de 2024 - Edición Nº3692

Economía | 20 feb 2015

Opinión

La tragedia del fiscal Nisman no es inocua para la economía

Hay temor sobre todo por las malas cosas nuevas que puede inventar el Gobierno antes de dejar el poder, muy especialmente en lo que tiene que ver con un conflicto que se ahonda entre el Poder Ejecutivo y el Judicial al impulso de los deseos del oficialismo por quedarse también con la Justicia.


Por Juan José Llach (*)
Especial para ANDigital

Por supuesto, es lo que menos importa. Porque además de la tragedia personal y familiar y de la nueva traba que se erige para el esclarecimiento del ataque terrorista a la AMIA en 1994, la muerte del fiscal Alberto Nisman es con alta probabilidad una muerte política, no la primera pero sí la más grave desde 1983. Aumentan significativamente las dificultades para el próximo gobierno, que hasta ahora eran principalmente económicas.

Nuestros pronósticos para este año siguen otorgando un 70 % de probabilidades a un triunfo de la oposición y algo menos a la consecución de financiamiento. En el escenario más probable –que baja del 46 % al 42 %- estimábamos un crecimiento del PIB de 1,5 % en 2015 y una inflación de 34,5 por ciento.

En ese mismo escenario ahora vemos menor crecimiento, 1,2 %, y menor inflación, 32,5 %, ambos con tendencia a bajar aún más en el primer semestre. Y en el promedio de los escenarios el crecimiento cae de 0,5 a 0,0. Otras variables también han sido corregidas en sintonía, y pueden verse en el anexo estadístico.

¿Cuáles son las razones por las que vemos ahora un empeoramiento no dramático de la situación económica? Hasta ahora el principal motor de nuestro moderado optimismo era lo que llamamos en diciembre pasado “las delicias de la democracia” porque él se basaba exclusivamente en la alta probabilidad de un cambio de gestión, claras mejoras políticas en la política económica y más chances de conseguir financiamiento para el gobierno este año porque serán otros, sin vocación defaulteadora, los que pagarán o renovarán las deudas.

En ese marco, a la fuerte expansión del gasto público –que llegó a un 44,9 % en 2014 a nivel nacional y que continuará similar este año- se agregaban mayores propensiones al gasto privado, tanto de inversión -financiera, compra de activos, construcción mediana, importación de bienes de capital para aprovechar el dólar barato, si te lo dan, claro como de consumo durable.

¿Qué cambia ahora? Aún con mayor prudencia, la inversión mayorista financiera y de compra de acciones se está dando y lleva el riesgo país a cerca de 700 puntos y el Merval a 9500, lejos de los mínimos de 7500 de principios de año.

No ocurre lo propio con la inversión y el gasto de consumo de menor calado. El mercado inmobiliario, muy “ayudado” por el cepo sigue languideciendo y toca mínimos de operaciones en 30 años, y las ventas de bienes durables (materiales de construcción, autos, motos) continúan desplomándose evidenciando que, hasta que los efectos de esta tragedia se aclaren, la gente prefiere estar líquida, o sea guardarse los dólares.

Ocurre que el triunfo de la oposición es entre 2 y 3 veces más probable que el del oficialismo, pero no seguro, pero hay temor sobre todo por las malas cosas nuevas que puede inventar el Gobierno antes de dejar el poder, muy especialmente en lo que tiene que ver con un conflicto que se ahonda entre el Poder Ejecutivo y el Judicial al impulso de los deseos del oficialismo por quedarse también con la Justicia.

Mientras tanto, y a pesar de una relativa mayor tranquilidad en las últimas semanas, el mundo muestra también signos de preocupación reflejados en enero en la rebaja de los pronósticos de crecimiento del FMI para 2015. El PIB mundial crecería 3,5 % (-0,3 respecto del pronóstico de octubre), los desarrollados 2,4 (+0,1), los emergentes 4,3 (-0,7) y, la peor de todas América Latina que crecería sólo 1,3 (-0,9).

En las últimas semanas rebotó el petróleo, encontraron piso los granos, se empezaron negociaciones por Grecia que llevarán algunos meses, se logró una frágil tregua entre Rusia y Ucrania y Europa mostró mayor crecimiento en el cuarto trimestre de 2014.

Pese a la estabilización del euro en torno a los 1,14 dólares el real brasileño continuó en cambio depreciándose, muy mala noticia para la Argentina en tanto aumenta el costo recesivo y de competitividad de la política oficial de anclar el dólar para desacelerar la inflación.

Todo esto determinará que el crecimiento de la economía argentina durante la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner ocupará el rango 142 entre 153 países emergentes y que, pese a su costoso retroceso actual, nuestra inflación ocupe el segundo puesto mundial detrás de Venezuela. Peor casi imposible, y por ello grandes oportunidades de mejora para el próximo gobierno, pero también cuestas arduas de remontar salvo que, de una buena vez, se acuerden políticas de Estado que incluyan a la macroeconomía.

 

(*) Economista – sociólogo. Exministro de Educación de la Nación. Profesor del IAE Business School, la escuela de negocios de la Universidad Austral.

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