Interés general | 17 jun 2015
Enfoques
Un corazón no se endurece porque sÃ
Se va el piloto automático y aunque temamos no poder, igualmente nos arriesgamos, probamos, intentamos. Es un acto de fe en la vida. El deseo será entonces nuestra brújula. La posibilidad es el camino. El deseo que vuelve a florecer como si de golpe despertara y nos llena de energÃa y ganas los dÃas.
Por Maricel Soete (*)
Especial para ANDigital
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A veces pasa que las partes de uno andan un poco desintegradas, como separadas. Es como si un colador funcionara en lugar de un yo integrado. Nos movemos asustados, angustiados, tememos no poder y apenas si podemos lidiar con pocos datos de nuestra realidad.
Estamos en automático e intentamos que todo salga lo mejor posible, sin saber bien que serÃa eso. Pero de a poco aparece cierta sensación de seguridad, vamos elaborando viejos dolores y traumas.
Aparece la esperanza y a su lado, por supuesto, el deseo. Se va el piloto automático y aunque temamos no poder, igualmente nos arriesgamos, probamos, intentamos. Es un acto de fe en la vida. El deseo será entonces nuestra brújula. La posibilidad es el camino. El deseo que vuelve a florecer como si de golpe despertara y nos llena de energÃa y ganas los dÃas.
No sabemos muy bien qué hacer con ese nuevo empuje, pero si somos pacientes, analÃticos y empezamos a realizar un trabajo para identificar nuestras ganas, es muy probable que de la mano del deseo la vida se vuelva en un lugar muy agradable y luminoso.
Si te gusta y te hace bien, si te suma, si sentÃs alegrÃa, entonces, no dejes de hacerlo. No trates de volver el dÃa a dÃa en un lugar sin sobresaltos. La vida es una constante energÃa en movimiento.
Quedarnos quietos, evitar situaciones de molestia o alegrÃa simplemente nos garantizan que estaremos sobreviviendo en vez de vivir.
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(*) Licenciada en PsicologÃa
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