jueves 31 de octubre de 2024 - Edición Nº3876

Interés general | 7 nov 2018

Mapa actualizado

Advierten la necesidad de “una mejor gestión en la conservación” de moluscos

Biólogos del CONICET establecieron el estado actual de un tipo de almejas de agua dulce en Argentina. Había un vacío importante respecto de la información sobre estos animales y la última bibliografía databa de los 70 u 80. Los detalles


LA PLATA-BUENOS AIRES (ANDigital) Luego de los artrópodos –insectos, arácnidos y crustáceos–, los moluscos son la rama más numerosa dentro de los invertebrados, es decir los animales que entre características carecen de vértebras.

Entre ellos se incluyen, por ejemplo, desde grandes pulpos y calamares hasta pequeñas babosas y distintos tipos de caracoles, mejillones y almejas marinas, y toda una variedad de especies de bivalvos, o almejas de agua dulce, uno de los grupos más representativos de moluscos a nivel mundial con más de 1.100 especies, 900 de las cuales pertenecen al orden de los uniónidos.

Con el objetivo de trazar los mapas de distribución y evaluar el estado de amenaza y conservación de las especies de ese orden en nuestro país, investigadores del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y el Centro de Investigaciones y Transferencia de Santa Cruz (CIT Santa Cruz, CONICET) estudiaron las colecciones malacológicas, es decir muestras de moluscos de los principales museos argentinos y realizaron relevamientos en ríos y arroyos de diferentes regiones.

Los resultados fueron publicados en Plos One y se configuran como la base de datos y bibliografía más actualizada a nivel local sobre estos bivalvos.

“Los moluscos en general son un grupo animal de gran importancia para la humanidad. Históricamente fueron explotados para su uso como alimento, moneda o a nivel estético, ya que con el nácar, una capa de carbonato de calcio que se forma en el interior de las conchas de los bivalvos, se formaban perlas o fabricaban botones u otros elementos de adorno”, cuenta Gustavo Darrigran, investigador independiente del CONICET en la FCNyM y jefe de la sección Malacología del Museo de La Plata.

También recalca que “es de destacar su interés sanitario porque suelen hospedar a distintos tipos de parásitos de importancia médica o veterinaria y también tienen que ver con las bioinvasiones que ocasionan grandes pérdidas económicas. Por ejemplo, el exótico mejillón dorado, muy nocivo para la industria porque tapa las tomas de agua para refrigeración o generación de energía, o el desplazamiento de especies nativas que utilizan a las almejas como sustrato para aferrarse”.

Según apunta el experto, en Argentina había un vacío importante respecto de la información sobre estos animales y la última bibliografía databa de los 70 u 80.

“Esto implica que no se tenía conocimiento acerca del grado de deterioro de las poblaciones de estas especies que, si bien luego de la Segunda Guerra Mundial se dejaron de utilizar con fines estéticos ya que se reemplazó el nácar por productos plásticos, se encuentran amenazadas ahora por dos factores principales: la contaminación y el cambio climático”, prosigue Darrigran.

Por iniciativa del becario del CONICET en el CIT Santa Cruz Santiago Torres, los expertos se propusieron analizar las principales colecciones del país, y así recorrieron los museos de La Plata, “Miguel Lillo” de Tucumán, “Florentino Ameghino” de Santa Fe y “Bernardino Rivadavia” (MACNBR, CONICET).

Además, tomaron muestras en el Río de la Plata, Paraná y Uruguay, y arroyos anexos. Analizaron más de 1.800 muestras de las cuales 1.500 luego fueron georeferenciadas mediante un software, lo que permitió determinar las áreas de distribución.

“Sobre la base de esas aproximaciones pudimos cotejar qué está pasando en cada lugar. Gracias a las colecciones de los museos cubrimos ampliamente una dimensión espacial y otra temporal, porque tenemos información desde principios del siglo XX a la actualidad, y a lo largo de todo el país”, añade Darrigran y recalca: “con los muestreos corroboramos los cambios que hubo, porque la plasticidad de las conchas y los efectos del ambiente sobre ellas las fueron modificando, entonces se evidencia que hay problemas taxonómicos, es decir de clasificación, por resolver”.

Por otro lado, el estudio permitió establecer una primera aproximación al estado actual de conservación, un dato de singular importancia porque los bivalvos de este orden son un grupo paraguas, es decir teniendo certeza de su presencia en determinado lugar se puede dar cuenta de la existencia de una amplia gama de otros organismos asociados a ellos o a los ambientes que ocupan.

En las estadísticas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) sobre las 32 especies de uniónidos presentes en Argentina que fueron tomadas para este trabajo, sólo seis atraviesan algún grado de peligro: cuatro son consideradas de preocupación menor y dos deficientes por falta de datos.

“Se conoce muy poco sobre este grupo, y ese patrón es igual para toda Sudamérica, la tercera región en diversidad de uniónidos a nivel mundial. En Argentina sólo el 15 por ciento del territorio pertenece a áreas protegidas y dentro de ellas hay 50 cuencas de arroyos, ríos o lagos, de las cuales al menos 18 tienen registros de estos grupos”, resalta Darrigran.

Y sentencia: “es necesaria una mejor gestión de la conservación. Las medidas de solución posible podrían ser establecer una política de mayor control de la explotación de los cursos de agua y del ingreso de especies invasoras que desplazan a las nativas al competir por el espacio y el alimento”. (ANDigital)

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